El retablo de la Iglesia San Juan Evangelista de Sonseca, fue realizado por Luís de Velasco, a quien el mismo Cardenal Arzobispo de Toledo D. Gaspar de Quiroga le encargó realizar el dorado y pintado, según consta en la escritura pública realizada ante el escribano de Sonseca
En primero lugar Luis de Velasco se comprometía a dorar y pintar el retablo junto con artistas importantes de Toledo, como fueron Diego de Valdivielso, famoso platero que a partir de 1594 sobredoro toda la plata exterior de la custodia de Toledo, que Enrique de Arfe había dejado en blanco. Nicolás de Vergara “el mozo”, quien durante el arzobispado de Quiroga fue nombrado maestro mayor de la Catedral y que trabajé entre otras obras decorativas en los proyectos y primeros trabajos del “Ochavo” catedralicio. Pedro Yerro, ensamblador; Baltasar de Morales, batidor de oro; Lorenzo Marchés, platero.
En segundo lugar se comprometían “ después de dorado se ha de estofar sobre el oro de finos colores haciendo en las historias de vuelto y de medio relieve y talla brocados, telas de oro a punta de pincel y sacados coloridos donde convenga… y será solo en la calle de en medio y primera orden de dicho retablo” Además Luís de Velasco se comprometía a “desasentar y sentar “ el retablo, es decir debía ir bajando todas las piezas y una vez doradas y pintadas vueltas a colocar por su cuenta, salvo los andamios y madera que correrían a cargo de la fabrica de la Iglesia.
En tercer lugar, que todos los rostros, cuerpos, manos y pies de bultos, medio relieve y talla ira encarnado de pulimento, dando a cada cosa lo que conviene para imitar el natural.
Era cuarta condición que los seis tableros de pintura fueren bien pintados de finos colores, y con las historias “que los señores curas señalaren”
Otras condiciones mas eran: que el pueblo de Sonseca deberían dar al pintor una casa durante tres años que se comprometía a realizar la obra, contados desde el primer día de Enero de 1584. Los trabajos deberían ser tasados en 3000 ducados de once reales cada uno, los plazos en que se le pagarían, era a razón de 300 ducados cada cuatro meses los tres primeros años, y lo restante en 1587.
Fue así como paso a paso fueron estableciendo todas las cláusulas, por las que todos los artífices mejores de Toledo en ese momento, se comprometieron a trabajar en nuestro retablo.
Texto extraído del libro “Historia de Sonseca en Anales” . F. Gil Gallego
1 comentario:
Algo asi me imagino tenemos que hacer con nuestra almita....es como un retablo precioso y en constante reconstruccion.....nuestro interior adecuandolo para el mismo Señor de los señores.....
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