Evangelio
El primer día de los Ácimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos: «¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?» Él envió a dos discípulos... Mientras comían, tomó pan y, pronunciando la bendición, lo partió y se lo dio diciendo: «Tomad, esto es mi cuerpo». Después tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias, se lo dio y todos bebieron. Y les dijo: «Ésta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos. En verdad os digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios». Después de cantar el himno, salieron para el monte de los Olivos...
Era la hora tercia cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: «El rey de los judíos». Crucificaron con Él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Los que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza y diciendo: «Tú que destruyes el templo y lo reconstruyes en tres días, sálvate a ti mismo bajando de la cruz». De igual modo, también los sumos sacerdotes se burlaban de Él... Al llegar la hora sexta, toda la región quedó en tinieblas hasta la hora nona. Y a la hora nona, Jesús clamó con voz potente: «Eloí Eloí, lemá sabaqtaní» (que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?) Algunos de los presentes, al oírlo, decían: «Mira, llama a Elías»... -«Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo». Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró. El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios».
Era la hora tercia cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: «El rey de los judíos». Crucificaron con Él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Los que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza y diciendo: «Tú que destruyes el templo y lo reconstruyes en tres días, sálvate a ti mismo bajando de la cruz». De igual modo, también los sumos sacerdotes se burlaban de Él... Al llegar la hora sexta, toda la región quedó en tinieblas hasta la hora nona. Y a la hora nona, Jesús clamó con voz potente: «Eloí Eloí, lemá sabaqtaní» (que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?) Algunos de los presentes, al oírlo, decían: «Mira, llama a Elías»... -«Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo». Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró. El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios».
Mc 14, 1-15, 47
Con el Domingo de Ramos comenzamos la celebración de la Semana Santa de este año 2012. Es un camino que estamos llamados a recorrer con toda la intensidad de nuestra fe, y que iniciamos en este domingo, acompañando al Señor en su subida a Jerusalén. La bendición y la procesión de las palmas nos recuerda su entrada triunfal y la acogida entusiasta que tuvo por parte de la gente buena y sencilla. Nosotros actualizamos aquel acontecimiento y también aclamamos y acompañamos al Señor con sentimientos de entusiasmo y alegría. Jesús llega a Jerusalén aclamado como Mesías, pero Él llevará a cabo su misión por el camino del servicio, de la entrega, de la inmolación de sí mismo en la cruz. En el Domingo de Ramos se conjugan la alegría de la bendición de las palmas con el dramatismo de la lectura de la Pasión.
El camino de la Semana Santa nos lleva, el Jueves Santo, hasta el Cenáculo, donde el Señor celebra la Cena pascual con sus discípulos. Contemplaremos la institución de la Eucaristía, el mandamiento del amor fraterno, la institución del sacerdocio ministerial y la actitud de servicio a los hermanos. Rememorar el gesto que hizo Jesús de lavar los pies a sus discípulos es, para todos los cristianos, un compromiso y una invitación a preguntarnos si hacemos, en la Iglesia y en el mundo, aquel servicio que el Señor nos ha confiado según la vocación y el estado de cada uno. El Jueves Santo es un día de gran emoción espiritual.
En el Viernes Santo, el itinerario espiritual de estos días nos lleva junto a la cruz de Jesús. Una Cruz que adoramos, meditando la pasión del Señor. Jesús acepta la voluntad del Padre y se entrega por la salvación de todos los hombres. Meditamos y agradecemos, en ese día, que Dios mismo ha asumido el dolor humano en su Hijo, convirtiéndolo en instrumento de salvación. Adoramos la Cruz, porque es nuestra única esperanza, conscientes también de que la cruz de Cristo no es la última palabra de Dios sobre el mundo. La última palabra es la Resurrección, porque la Cruz siempre acaba en la Resurrección. El Viernes Santo es un día de gran dramatismo espiritual y de una gran exigencia. Somos invitados a contemplar y agradecer la muerte de Cristo por nosotros y por todos los hombres.
El Sábado Santo es un día para la contemplación del camino de Jesús y la plegaria, a la espera de la gozosa noticia de que Jesús ha resucitado, vive para siempre y está con nosotros para darnos vida y esperanza. Es la gozosa celebración de la Vigilia Pascual y de la Pascua de la Resurrección.
El camino de la Semana Santa nos lleva, el Jueves Santo, hasta el Cenáculo, donde el Señor celebra la Cena pascual con sus discípulos. Contemplaremos la institución de la Eucaristía, el mandamiento del amor fraterno, la institución del sacerdocio ministerial y la actitud de servicio a los hermanos. Rememorar el gesto que hizo Jesús de lavar los pies a sus discípulos es, para todos los cristianos, un compromiso y una invitación a preguntarnos si hacemos, en la Iglesia y en el mundo, aquel servicio que el Señor nos ha confiado según la vocación y el estado de cada uno. El Jueves Santo es un día de gran emoción espiritual.
En el Viernes Santo, el itinerario espiritual de estos días nos lleva junto a la cruz de Jesús. Una Cruz que adoramos, meditando la pasión del Señor. Jesús acepta la voluntad del Padre y se entrega por la salvación de todos los hombres. Meditamos y agradecemos, en ese día, que Dios mismo ha asumido el dolor humano en su Hijo, convirtiéndolo en instrumento de salvación. Adoramos la Cruz, porque es nuestra única esperanza, conscientes también de que la cruz de Cristo no es la última palabra de Dios sobre el mundo. La última palabra es la Resurrección, porque la Cruz siempre acaba en la Resurrección. El Viernes Santo es un día de gran dramatismo espiritual y de una gran exigencia. Somos invitados a contemplar y agradecer la muerte de Cristo por nosotros y por todos los hombres.
El Sábado Santo es un día para la contemplación del camino de Jesús y la plegaria, a la espera de la gozosa noticia de que Jesús ha resucitado, vive para siempre y está con nosotros para darnos vida y esperanza. Es la gozosa celebración de la Vigilia Pascual y de la Pascua de la Resurrección.
+ José Ángel Saiz Meneses
obispo de Tarrasa
obispo de Tarrasa
6 comentarios:
Gracias, por la explicación y el sentido profundo de cada dia de la semana santa, muchas gracias.
LA SEMANA SANTA SON DÍAS DE PENITENCIA,ORACIÓN, GLORIA Y ALABANZA
POR LA MUERTE DEL SEÑOR.QUE SU RESURRECCIÓN NOS LLENE DE FE Y AMOR
Y NOS ILUMINE EN NUESTRO CAMINAR.
QUE LA PASCUA DEL SEÑOR NOS HAGA CRECER EN FE Y AMOR TRAS LA RESURRECCIÓN DE CRISTO JESÚS.
Y SIGAMOS LLENOS DE SU GRACIA Y MISERICORDIA POR EL CAMINO,LA VERDAD Y LA VIDA.FELIZ CUARESMA....
LA SEMANA SANTA ES ALGO MARAVILLOSO
CUANDO SALEN LOS SANTOS EN PROCESIÓN.NO TE CANSAS DE MIRARLES Y DE SEGUIR EL ITINERARIO QUE HAGAN,ES MUY IMPRESIONANTE SEGUIR SUS PASOS.SALES CON EL CORAZÓN ENGRANDECIDO DE FELICIDAD.CUANDO HAY FE HAY AMOR.YO YA HE VISTO AL CRISTO DE LA SALUD.Y A LA VIRGEN DE LA ESPERANZA.
HA SIDO UN GOZO LLENO DE GLORIA,QUE
MI CORAZÓN PALPITA AL SON DE LOS PASOS DE LAS TROMPETAS Y TAMBORES.
HOY HE ACOMPAÑADO A LA VIRGEN DE LOS DOLORES EN TODO SU ITINERARIO Y HA
SIDO UNA MARAVILLA,ES ÚNICO.NO TE LA
PIERDAS MERECE LA PENA ACOMPAÑARLA
HASTA QUE TERMINA ENTRANDO EN SU TEMPLO.LOS APLAUSOS LLUEVEN,CUANDO
TOCAN EL HIMNO.Y DA MUCHO RESPETO..
SI LA SEMANA SANTA HA SIDO DIVINA LA
RESURRECCIÓN DE CRISTO JESÚS HA SIDO
LA LUZ VIVA EN NUESTROS CORAZONES.
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