A mí no me engañas. Yo viví ahí fuera. Y sé que, de alguna manera, te gustaría formar parte de esta alegría que no necesita de alcohol, ni de droga, ni de placeres rápidos y efímeros para ser feliz. Dime que no, venga. Yo te reto desde el convencimiento que me ha dado mi propia experiencia: ¿No te gustaría ser alegre, estar alegre, sin beber, sin drogarte, sin esa necesidad de tener y tener y tener más dinero? Dime que ya eres feliz y que no te amarga la tristeza sin necesidad de saberte amada por ese chico durante un tiempo, unos meses, tal vez algún año, y te dejaré en paz. Pero sé que no. Dime que no necesitas salir de tu círculo de debilidades para calmar tu grito interior y saberte amado, querido, importante, y te dejaré en paz. Pero sé que no.
Se honesto contigo, no conmigo, que a mí ya me da igual: Has sido testigo privilegiado de una marea humana de jóvenes, interracial, intercultural, plural, diferente, que unida en un solo principio, ha sido capaz de movilizarse sin desordenes, sin conflictos, sin reproches, de forma alegre, ¡brutalmente alegre! sin necesidad de bebidas, ni de drogas, ni de daños contra uno mismo ni contra los más próximos, por una causa común: el Amor.
Se han movilizado por el Amor, pero ojo con esta palabra. No se trata del contenido de una canción de Maná, ni del último culebrón venezolano, ni la próxima película de Meg Ryan ni de Brad Pitt. Es Amor escrito con mayúscula porque es esta causa común de gentes tan diferentes un nombre propio, de una persona, de un hombre: Cristo.
Nadie en la Tierra es capaz de reunir a un grupo tan numeroso ni tan variado, soportando calor, lluvia, viento, frío, sueño, sed, incomodidades, como lo ha sido capaz, ¡y tú lo has visto!, la persona de Cristo. Quien ha convocado ha sido su representante como cabeza de la Iglesia que Cristo fundara. Un anciano de 84 años, profesor de Teología, que para colmo habla alemán. Joder, ¿puede haber un perfil menos atractivo para un joven en el mundo? Si hiciésemos un casting de perfiles aburridos en el mundo, posiblemente el Papa no ganaría, pero daría guerra. Sin embrago, allí estaban todos ellos. Tú no. Pero tú lo has visto.
Ellos han venido a ver al Papa no por su gracia, ni por su simpatía, ni porque cuente chistes o cante canciones pegadizas. Han venido porque el Papa es un emisario, un representante, que trae un mensaje que va directo al corazón humano, al de ellos, y también al tuyo: Mereces el Amor. Perteneces al Amor. Cristo, el Amor con forma humana, te espera. ¡Ábrele tus puertas! ¡No tengas miedo!
Ese mensaje ha calado, y ha calado hondo, no porque el Papa sea un excelente comunicador, o un portento de la escena, o un tío divertido, sino sencillamente porque lo que ha dicho, es la verdad, la verdad de tu vida. El Amor es tu esencia y no puedes vivir fuera de ella.
Estaban todos ellos movidos por una ilusión, por una inquietud del corazón que tú también tienes, y que buscas, yo lo sé muy bien, en diferentes partes de tu vida. Lo sé porque yo también las busqué ahí. Créeme, no vas a encontrarlo. El Amor que ansías, el Amor que anhelas, el Amor del que estás hecho y al que estás llamado, ¡el Amor al que perteneces! está en la Iglesia, se llama Cristo y es real, es posible, es más fácil de lo que parece.
Sí, ya lo sé. Yo tampoco entiendo muchas cosas de esta Iglesia. No las entiendo de mi propia naturaleza humana, ni de mi historia, como para entenderla la de otros hombre que forman la Iglesia. Pero no entender no significa no saber, y sé por propia experiencia, que la respuesta a esa inquietud está en la Iglesia. El Amor está en la Iglesia, y esa millonada de chavales venida de las cuatro esquinas de la Tierra ha sido testimonio de ello, sin entenderse entre ellos, porque hablaban mil idiomas.
Son gente comprometida, que no ha dado ni un solo ruido, que han demostrado a todos, ¡a todos! que una civilización construida hacia el Amor, es posible. Si han sido capaces de dar ejemplo al mundo entero durante una semana, serán capaces de hacerlo solo a sus más allegados durante la vida entera. Le han dicho al mundo que sí, que es posible, y que merece la pena. Se puede movilizar a toda la Humanidad en la construcción de una civilización que no rivaliza en colores de banderas, ni en razas, ni en idiomas, ni fronteras. Se puede movilizar a la juventud en la construcción no de muchas civilizaciones diferentes, sino de una civilización plural que respeta las diferencias: la civilización del Amor, la de la alegría, la de la sonrisa, la del perdón, la de la esperanza, la de la música, la de la familia, la del compromiso y la de la libertad. La de la auténtica libertad que da el saberse capaz de amar y la que da el saberse amado, porque tú, que no estuviste allí, has sido creado y existes para ser amado, y no amado un poco, sino amado totalmente.
Así nos sentimos los que sí estuvimos. Si quieres probar, si te atreves, movilízate por Amor. Ten en cuenta una cosa: no sé cuánto dinero ganas, ni cuánto dinero crees que vales. No sé cuantas chicas te siguen, ni cuantas eres capaz de enamorar. No sé si eres deportista, o si eres un crack tocando la guitarra. Ponte precio si quieres, pero recuerda que lo que vales, lo que vales realmente, es toda la sangre de un Dios, que hecho hombre como tú y como yo, ha pagado toda tu vida entregando toda la suya. Y lo ha hecho por Amor.
A ti, que no estuviste allí, pero lo has visto. No te cortes, no te quedes mirando, no seas membrillo: Muévete por el Amor. ¡Amorilízate!
A ti, que sí estuviste conmigo allí. Gracias por compartir tu búsqueda de la Verdad y del Amor a pesar del calor, de la lluvia, del sueño, de la incomodidad. Y ya que estás, comparte esta carta con ellos, con los que no estuvieron. Lo están deseando. Otra cosa es que se atrevan. Ya veremos.
Jesús García para ReL
3 comentarios:
MARAVILLOSO, SIMPLEMENTE MARAVILLOSO CÓMO LO HAS DESCRITO! PORQUE ES ¡LA VERDAD! ME LO LLEVO CON TU PERMISO PARA MANDARLO, GRACIAS Y QDTB.
Muy buena entrada. Llego aqui porque me lo recomienda una amiga bloguera y me gusta. Me quedo
Gracias.
Saludos
Amoralizate¡¡¡ Me encanta¡
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