martes, 14 de abril de 2015

"ESPERÁBAMOS LO PEOR, PERO DIOS TENÍA OTROS PLANES"

Un 23 de marzo, nació la hija de Sonia y Rony Morales. Así lo decidieron, aunque debieron enfrentar agresión y presiones para que abortaran al bebé. Sólo cinco meses antes del nacimiento, la pareja se enteró que su hija tenía defectos congénitos que se consideraban fatales. Y de acuerdo a los médicos, la mejor opción para esa hija por nacer era poner fin a su vida a través del aborto.
Ángela –tal cual lo informó Life News en septiembre de 2014- tenía anencefalia, una de las anomalías del tubo neural más comunes. Son defectos congénitos que afectan el tejido que crece en el cerebro y a la médula espinal. La anencefalia ocurre a comienzos del desarrollo de un feto y se presenta cuando la porción superior del tubo neural no logra cerrarse. El por qué sucede esto no se sabe. Las posibles causas incluyen toxinas ambientales y baja ingesta de ácido fólico por parte de la madre durante el embarazo. La anencefalia se presenta en alrededor de 1 de cada 10,000 nacimientos). Trágicamente, los pocos bebés con anencefalia que en el mundo escapan al aborto no suelen vivir mucho tiempo. Pero no siempre es así.
Cuando Sonia supo lo que la bebé padecía, no sólo hubo de sobrellevar su dolor, sino además luchar por defender la vida de su hija. "Nos dijeron que tenía defectos congénitos fatales, que eran incompatibles para la vida ya que los bebés con su defecto de nacimiento a veces nacen muertos o mueren poco después de nacer. ¡No le daban oportunidad alguna! Tuvimos tres ecografías que confirmaron el diagnóstico. Ellos usaron la palabra 'terminar', pero para nosotros era aborto y significaba matar a nuestra hija".
La pareja se negó y decidieron nombrar a su hija Ángela, porque significa, dicen, mensajera de Dios. "Ella sería nuestro ángel -dice Sonia-nuestra Ángela. Pensábamos que ella partiría al cielo de inmediato, al nacer".
“Dios tenía otros planes”
Pero la niña ha permanecido con su familia más allá de todo pronóstico y el 23 de marzo pasado cumplió ya un año fuera del vientre de Sonia, su mamá, quien comparte desde revista People su dicha: "Cada día es un verdadero regalo. Ella sabe lo mucho que es amada".
Si bien pesa sólo 16 libras (7,26 kilogramos) la pequeña muestra progresos constantes. Ella puede levantar la cabeza y reconoce la voz de su madre, al padre, hermana y abuelos. “Cuando digo su nombre, patea y sonríe”,cuenta Sonia.
La hermana mayor, Elizabeth, ahora de seis años, también interviene en el diálogo y cuenta que ella cambia los pañales de su hermanita. "Sé que nunca podría caminar –reflexiona la niña-,pero yo voy a ayudarla a que lo intente".
Aunque los Morales no saben si Ángela podrá hablar ni siquiera si llegará a su segundo cumpleaños, se esfuerzan por asegurarse de que ella vive cada día amada y con dignidad. "La discapacidad no aleja a las personas de la vida", dice Sonia. "La llevamos a que palpe la nieve, los árboles, las flores y que sienta cuán agradable es, porque ella no puede ver".
Esta familia en Rhode Island (EEUU), agradece la vida inesperada de la pequeña con anencefalia porque también ha traído una evolución positiva para ellos. "Ángela nos ha hecho mejores personas. Se supondría que ella es incapaz de contribuir a la sociedad, pero la verdad es que nos está enseñando a ser más compasivos y amorosos", confidencia la madre."Estábamos preparados para lo peor, pero Dios tenía otros planes".

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