«Comencé entonces a sentir el sentido de culpa, a avergonzarme de todas aquellas veces en que escuchaba el sonido de la ambulancia que llevaba a chicos muertos por sobredosis. La fe es necesaria porque te permite abrir los ojos al verdadero sentido de la vida»
23 de marzo de 2015.- (Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo / Alfa y Omega / Camino Católico) ¿Hay vida después de la Camorra? ¿Se puede salir de una de las organizaciones criminales más sangrientas del mundo? Davide Cerullo sabe que sí. Miembro de la Camorra desde niño, pisó durante años la cárcel de Poggioreale, la misma que ha visitado el Papa Francisco durante su viaje a Nápoles.
Nacido en Scampia, uno de los barrios emblema de la Camorra napolitana, hace 39 años, Davide Cerullo de pequeño ingresó en una de las organizaciones criminales más temidas que el mundo. Con 15 años, ya ganaba 15.000 euros cada mes, pero dice que «en realidad no tenía amigos».Lo que quería era «convertirse en un gran boss» de la Camorra.
Hoy, Davide, de 39 años, está casado y tiene dos hijos, y se dedica a ayudar a los niños de Scampia –su barrio de siempre, el escenario de su vida como delincuente– en un proyecto educativo llamado “Un rayo de luz”. Lo hace porque «a mí me faltaron los modelos necesarios» para no entrar en la mafia; «crecí pensado que mucho dinero significaba mucha vida». Y así entró en el mundo del tráfico de drogas.
Un atentado contra su vida le hizo pasar 40 días ingresado en un hospital, y allí postrado empezó a cambiar y a ver las cosas de otra manera. Pasó después por la cárcel de Poggioreale, y allí encontró –alguien la había dejado allí olvidada…– una Biblia; le daba vergüenza abrirla, «porque un boss no hace esas cosas», pero lo hizo, y en sus páginas encontró su nombre repetido en varias ocasiones: David. Dios le estaba llamando por su nombre.«Me sentí parte de esta historia. No vi una gran visión»,pero empezó a cambiar de vida gracias a la ayuda de una monja que ayudaba en la pastoral penitenciaria de la cárcel. «Comencé entonces a sentir el sentido de culpa, a avergonzarme de todas aquellas veces en que escuchaba el sonido de la ambulancia que llevaba a chicos muertos por sobredosis».
«La fe es necesaria porque te permite abrir los ojos al verdadero sentido de la vida»,ha declarado estos días a Radio vaticana, con ocasión de la visita del Papa Francisco a su ciudad. Cerullo ha vuelto a Scampia hace dos años para abrir “Un rayo de luz”, un proyecto educativo para combatir el fracaso escolar, «porque la familia y la escuela son los dos elementos centrales para vencer la criminalidad organizada».
Sobre la visita del Papa a Nápoles, Cerullo se muestra «feliz, porque representa a la Iglesia que se inclina sobre los problemas reales de la gente. Éste es verdaderamente el Papa de los últimos de los marginados, de los invisibles. Necesitamos su voz y su fuerza en este territorio verdaderamente abandonado», afirma.
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