Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Mateo
15, 21-28
Jesús partió de Genesaret y se retiró al país de Tiro y de Sidón. Entonces una mujer cananea, que procedía de esa región, comenzó a gritar: «¡Señor, Hijo de David, ten piedad de mí! Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio». Pero El no le respondió nada.
Sus discípulos se acercaron y le pidieron: «Señor, atiéndela, porque nos persigue con sus gritos».
Jesús respondió: «Yo he sido enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel».
Pero la mujer fue a postrarse ante Él y le dijo: «¡Señor, socórreme!»
Jesús le dijo: «No está bien tomar el pan de los hijos, para tirárselo a los cachorros».
Ella respondió: «¡Y sin embargo, Señor, los cachorros comen las migas que caen de la mesa de sus dueños!»
Entonces Jesús le dijo: «Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!» y en ese momento su hija quedó sana.
Palabra del Señor.
Viniendo de Madrid hace una semana el coche me dejó tirado en la autopista, cerca de Tarancón. Me puse mi chaleco reflectante y mi sombrero blanco y, después de colocar el triangulito me refugié detrás del quitamiedos. Justo en ese momento salieron de su madriguera, a mis pies, dos conejos asustados que me asustaron un poco.
Cuando Jesús fue a la región de Tiro y Sidón -el Líbano actual según los sabios- los discípulos no podían sospechar que allí una mujer extranjera daría una memorable lección de fe.
En la Evangelii gaudium el Papa ha recordado la necesidad de llevar por todas partes la alegría del evangelio sin timideces ni pesimismos. Cada cierto tiempo se oye decir que el Evangelio ya no tiene nada que aportar al hombre de hoy; que ya no es posible creer ese anuncio ni participar de esa alegría. Y podemos acabar creyendo ese mal augurio, acomplejándonos y sintiendo la tentación de ocultarnos. Pero el Papa visita Corea del Sur y nos enteramos de que hay allí una Iglesia llena de vida y de que es el país en el que se bautiza más gente; cien mil adultos al año. La Iglesia ha aprendido de Jesús que no hay barreras para el Espíritu Santo.
Jesús fue a la región de Tiro y Sidón para dejarse encontrar por una mujer que sufría mucho y para liberar a su hija del poder del diablo. Quizá esta sea la primera enseñanza para nosotros. En todas partes hay personas que están preparadas, bien dispuestas para acoger el Evangelio. Y en todas partes hay personas necesitadas del consuelo y de la alegría del Evangelio. Donde menos se espera, salta la liebre. Hace falta que nosotros nos dejemos encontrar por esas personas, que no nos escondamos ni ocultemos la luz del Evangelio.
Se ve que aquella mujer cananea conocía las profecías de Israel porque llamó a Jesús “Hijo de David”. Y se ve que era muy humilde porque se postró ante Él para hacer su petición. Y cuando Jesús le dijo No es bueno echar a los perros el pan de los hijos, no se sintió ofendida; reconoció que no podía exigir nada y que debía hacer el papel del perrito que se conforma con las migajas que caen de la mesa.
Una lección de fe y de humildad para nosotros que hemos sido invitados a la mesa como hijos, por la Misericordia de Dios. Y nos la da una mujer cananea y paganilla. El Amable Espíritu Santo hace que la liebre salte donde menos se espera.
Javier Vicens Hualde
Párroco de S. Miguel de Salinas
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