El Circo de la Mariposa es un corto protagonizado por Eduardo Verástegui y Nick Vujicic que ha sabido condensar en apenas 20 minutos una profunda historia de aceptación, reconciliación y esperanza. La trama gira en torno al Sr. Mendez, quien dirige el Circo de la Mariposa, y Will, un hombre sin extremidades, principal atracción de una feria donde abundan personas con alguna anormalidad física. Cuesta entender el atractivo que tiene para tanta gente el mal y la desgracia ajena que, lamentablemente, no es solo cuestión de ficción, sino que se observa de muchos modos en la sociedad de hoy.
«Eres magnífico», exclama Mendez al conocer a Will, y este último entiende mal sus palabras y le escupe. No se ofende el director del circo, capaz de valorar a Will por ser quién es y no por sus capacidades o discapacidades. Su actitud será un primer cuestionamiento para Will, que resultará en éste último uniéndose al Circo de la Mariposa, sin comprender realmente lo que está detrás de esta peculiar agrupación de personas.
¡Qué diferencia hay entre el Circo de la Mariposa y las ferias a las que Will estaba acostumbrado! Nada de realmente inspirador había en estas últimas, habituadas a entretener con el morbo y la degradación ajena. Algo empezará a vislumbrar Will al tomar contacto con un mundo nuevo lleno de color y amistad, donde las habilidades están al servicio de la alegría, donde los talentos son desplegados para llevar una sonrisa y despertar el asombro.
En este punto la obra nos muestra la futilidad de compararnos con los demás, que en tantas ocasiones no es sino fruto de una mirada absurdamente cerrada sobre uno mismo. Es, precisamente, lo que le sucede a Will, lleno de autocompasión al constatar las habilidades de los demás y dar por descontado que no posee ninguna. Mendez tendrá razón al señalarle que su principal problema es haber creído lo que los demás le han dicho. Lo encara, de modo directo, señalándole sin miramientos, pero con gran paciencia y caridad, las ideas irracionales que lo atan. No están los problemas en carecer de extremidades u otras supuestas dificultades, sino en aquellas invisibles cadenas interiores que atan con mayor fuerza que cualquier obstáculo externo.
Will comprenderá que no es el único en tener problemas ni enfrentar dificultades. Ha sido, por el contrario, la experiencia de todos los integrantes del Circo de la Mariposa. Todos y cada uno han pasado por el capullo de la prueba y el dolor por la propia debilidad o insuficiencia para, transformados, alzar vuelo con belleza y armonía. «¡Mientras más grande el desafío —le explicará Mendez en una frase clave— más grande la gloria!».
Le costará a Will entender la fuerza y la belleza que brotan del interior de un corazón reconciliado, capaz de convertir la monotonía en espontaneidad, la debilidad en fortaleza, la tristeza en alegría. La clave residirá en no sentir lástima de uno mismo, no pensar que la propia situación es la más miserable de todas —tentación tan frecuente—, ni mirar tanto el talento ajeno para ser ciegos a los propios dones.
El camino para Will no será fácil, y se muestra en ese proceso una hermosa dimensión de la amistad: amigo no es el que procura que nos sintamos cómodos, sino el que nos alienta a vencer nuestros obstáculos, el que nos reta para ser mejores e invita a crecer. Will entonces hallará no solo un horizonte hasta entonces insospechado de autenticidad y libertad, sino también uno de los dones más grandes y hermosos: la posibilidad de llevar alegría y esperanza a otros desdichados de la tierra.
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