martes, 19 de febrero de 2013

VISITA A NUESTRA PARROQUIA DE LAS RELIQUIAS DE S. JUAN DE AVILA

LAS RELIQUIAS DE SAN JUAN DE ÁVILA VISITAN NUESTRA DIÓCESIS COMENZANDO POR SONSECA


El próximo día veintidós de febrero por la tarde, si Dios quiere, está previsto que las Reliquias del nuevo Doctor de la Iglesia, san Juan de Ávila, provenientes de la Basílica del Santo en Montilla (Córdoba) y con dirección a Toledo, visiten nuestro pueblo. Es ciertamente un honor el que se concede a nuestra parroquia de ser el primer lugar de la Diócesis en donde repose por unas horas el precioso relicario que representa la escena de san Juan de Ávila predicando a un grupo de tres sacerdotes jóvenes en el patio de su casa en Montilla, reproducido con todo detalle, incluso con la parra, el pozo…En la parte superior del mismo destaca un corazón de plata que sirve de estuche para contener la reliquia del corazón del Maestro Ávila, del que salen unos resplandores de gloria. Y está coronado por un arca de plata (contiene la clavícula), reproducción exacta del arca de madera que se puede contemplar en el Santuario y que contiene al cuerpo del Santo.

Esa tarde con el “Padre Maestro Ávila” alabaremos al Señor y gozaremos recordando su predicación y sus enseñanzas. Esta es si duda, una ocasión histórica, puesto que es la primera vez que un Doctor de la Iglesia va a visitar nuestra parroquia y será cauce por el cual el Señor derramará sus gracias. Como le sucedió a tantos santos con los que se relacionó san Juan de Ávila en el siglo XVI: san Ignacio de Loyola; san Juan de Dios, que se convirtió escuchando al santo Maestro como también le sucedió a san Francisco de Borja; santo Tomás de Villanueva, arzobispo de Valencia, que difundió en sus diócesis y por todo el Levante español su método catequístico. Otros conocidos suyos fueron: san Pedro de Alcántara, san Juan de Ribera, santa Teresa de Jesús, san Juan de la Cruz, el Beato Bartolomé de los Mártires… Después de su muerte fueron muchos los que se alimentaron espiritualmente con sus escritos, por ejemplo en santo Cura de Ars por citar alguien muy conocido.
Este santo que ahora nos visita en sus reliquias nació el 6 de enero de 1499 ó 1500, en Almodóvar del Campo (Ciudad Real, diócesis de Toledo), hijo único de Alonso Ávila y de Catalina Gijón, unos padres muy cristianos y en elevada posición económica y social. A los 14 años lo llevaron a estudiar Leyes a la prestigiosa Universidad de Salamanca; pero abandonó estos estudios al concluir el cuarto curso porque, a causa de una experiencia muy profunda de conversión, decidió regresar al domicilio familiar para dedicarse a reflexionar y orar.

Con el propósito de hacerse sacerdote, en 1520 fue a estudiar Artes y Teología a la Universidad de Alcalá de Henares, abierta a las grandes escuelas teológicas del tiempo y a la corriente del humanismo renacentista. En 1526, recibió la ordenación presbiteral y celebró la primera Misa solemne en la parroquia de su pueblo y, con el propósito de marchar como misionero a las Indias, decidió repartir su cuantiosa herencia entre los más necesitados. Después, de acuerdo con el que había de ser primer Obispo de Tlaxcala, en Nueva España (México), fue a Sevilla para esperar el momento de embarcar hacia el Nuevo Mundo.
Mientras se preparaba el viaje, se dedicó a predicar en la ciudad y en las localidades cercanas. Allí se encontró con el venerable siervo de Dios Fernando de Contreras, doctor en Alcalá y prestigioso catequista. Éste, entusiasmado por el testimonio de vida y la oratoria del joven sacerdote Juan de Ávila, consiguió que el arzobispo sevillano le hiciera desistir de su idea de ir a América para quedarse en Andalucía y permaneció en Sevilla, compartiendo casa, pobreza y vida de oración con Contreras y, a la vez que se dedicaba a la predicación y a la dirección espiritual,
continuó estudios de Teología en el Colegio de Santo Tomás, donde tal vez obtuvo el título de Maestro.
Sin embargo en 1531, a causa de una predicación suya mal entendida, fue encarcelado. En la cárcel comenzó a escribir la primera versión del Audi, filia. Durante estos años recibió la gracia de penetrar con singular profundidad en el misterio del amor de Dios y el gran beneficio hecho a la humanidad por Jesucristo nuestro Redentor. En adelante será éste el eje de su vida espiritual y el tema central de su predicación.
Emitida la sentencia absolutoria en 1533, continuó predicando con notable éxito ante el pueblo y las autoridades, pero prefirió trasladarse a Córdoba, incardinándose en esta diócesis. Poco después, en 1536, le llamó para su consejo el arzobispo de Granada donde, además de continuar su obra de evangelización, completó sus estudios en esa Universidad.
Buen conocedor de su tiempo y con óptima formación académica, Juan de Ávila fue un destacado teólogo y un verdadero humanista. Propuso la creación de un Tribunal Internacional de arbitraje para evitar las guerras y fue incluso capaz de inventar y patentar algunas obras de ingeniería. Pero, viviendo muy pobremente, centró su actividad en alentar la vida cristiana de cuantos escuchaban complacidos sus sermones y le seguían por doquier. Especialmente preocupado por la educación y la instrucción de los niños y los jóvenes, sobre todo de los que se preparaban para el sacerdocio, fundó varios Colegios menores y mayores que, después de Trento, habrían de convertirse en Seminarios conciliares. Fundó asimismo la Universidad de Baeza (Jaén), destacado referente durante siglos para la cualificada formación de clérigos y seglares.
Después de recorrer Andalucía y otras regiones del centro y oeste de España predicando y orando, ya enfermo, en 1554 se retiró definitivamente a una sencilla casa en Montilla (Córdoba), donde ejerció su apostolado perfilando algunas de sus obras y a través de abundante correspondencia. El arzobispo de Granada quiso llevarlo como asesor teólogo en las dos últimas sesiones del concilio de Trento; al no poder viajar por falta de salud redactó los Memoriales que influyeron en esa reunión eclesial.
Acompañado por sus discípulos y amigos y aquejado de fortísimos dolores, con un Crucifijo entre las manos, entregó su alma al Señor en su humilde casa de Montilla en la mañana del 10 de mayo de 1569.

José Talavera (Párroco)

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