domingo, 18 de agosto de 2013

DOMINGO XX DEL TIEMPO ORDINARIO

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     

    Jesús dijo a sus discípulos:
    Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente!
    ¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división. De ahora en adelante, cinco miembros de una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.

Palabra del Señor.

 Comentario:
1.- Este evangelio nos puede resultar un tanto controvertido por las palabras tan duras que Jesús pronuncia. Habla de un “fuego” que tiene que venir al mundo y de “divisiones”, especialmente en las familias, al parecer por su causa. Nos quedamos un poco sorprendidos por estas palabras. Jesús anuncia un tiempo de “fuego y divisiones”. Lo del “fuego” lo podemos relacionar con la purificación y la resistencia. Pero también con el Espíritu Santo, ya que el propio evangelista San Lucas, en el libro de los Hechos de los Apóstoles, nos habla de Él representado en forma de “lenguas de fuego”. Sería entonces un “fuego” que lo llena todo y lo hace crecer, sería el “fuego del Espíritu”.
2.- Este “fuego del Espíritu” que Jesús nos trae no está exento de dificultades. El Espíritu nos guía y nos lleva por caminos insospechados, incluso difíciles. Fijaos sino en Jeremías, en la primera lectura. Él es un profeta que no hace más que insistir al pueblo para que se mantenga fiel a Dios y, sin embargo, le acusan de desmoralizar al pueblo y al ejército. Jeremías acaba en un aljibe lleno de lodo, aunque finalmente es rescatado por el Rey. El “fuego del Espíritu” en ocasiones provoca divisiones. Y si no podemos ver nuestra vida, nuestras luchas y divisiones internas por ser coherentes, por seguir el estilo de Jesús, frente a una sociedad que va por otros caminos, totalmente contrarios al Evangelio. Incluso algunos viven también la división en sus familias, por la misma causa. ¿Cuántas veces todo esto hace que tengamos el corazón dividido? ¿Cómo reaccionar?
Por Por Pedro Juan Díaz

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