sábado, 20 de febrero de 2010

AYUNO, EXPERIENCIA LIBERADORA



FUENTE: ZENIT.ORG
La Cuaresma, momento litúrgico que desemboca en la vivencia de la Pascua de Cristo, es tiempo privilegiado para experimentar la misericordia del Padre, emprendiendo el camino de retorno a su casa. Un camino, la conversión, que desde siempre la Iglesia ha propuesto acompañado del ayuno, la oración, la escucha de la Palabra de Dios y los gestos de amor al prójimo.

Hablan los especialistasEspecialistas en la vida del espíritu reivindican el valor, no intercambiable, de una de estas ayudas para el encuentro con Dios: el ayuno.


René Lejune.Periodista francés, padre de diez hijos, es un entusiasta de esta práctica por convicción y por experiencia. Y ha escrito un libro sobre el tema: «El ayuno, curación y fiesta». «Lo que mejor describe el estado de ánimo, al día siguiente de un ayuno prolongado, en el umbral de la “ierofanía” alimenticia, son el canto y la danza. Te viene el deseo loco de lanzarte, de comunicar a los otros la alegría exuberante. ¿Y no son quizás, tras la prueba libremente deseada y acogida, las bodas renovadas con la vida?


Salvatore Natoli.Para este filósofo, «es un modo de regularse que no acaba en sí mismo: vaciarse para poder ser llenados de Dios. Evitar ceder a la gula para no oscurecer la mente. Hago notar que el espiritualismo cristiano, en esto, se revela muy corporal. Es una práctica a respetar pero ciertamente el cristianismo no puede ser reducible sólo a estos aspectos. Sería demasiado poco».


Sor María Pía Giudici.En el eremitorio de San Biagio, en el franciscano Subiaco, una religiosa salesiana, sor María Pía Giudici, que lleva adelante un peculiar taller del Espíritu y del silencio, por el que pasan cada año personas en búsqueda y muchísimos jóvenes, indica que el ayuno «debe poder dar la ligereza que permita ser hombre y mujeres auténticamente espirituales».


Stella Morra.El ayuno no nació como una norma, indica por su parte la teóloga y profesora de la Universidad Gregoriana, Stella Morra. Fue «una sugerencia de quien lo había vivido como experiencia propiamente cristiana, capaz de hacerme experimentar el misterio». «Subrayo un aspecto antropológico añade: privarse de comida conscientemente hace visible una condición constitutiva del hombre, me hace mendicante y no omnipotente. Y ya sólo como educación cultural haría bien en la sociedad de hoy».

En el aspecto propiamente cristiano—añade la teóloga--, «para renovar el valor del ayuno es necesario descubrir su conexión con la Eucaristía, el alimento por excelencia. Es una experiencia de cultivo del deseo».


Enzo Bianchi.El fundador de la comunidad monástica y prior de Bose, Enzo Bianchi, subraya el valor simbólico del ayuno cristiano e indica que lo que aporta el ayuno no se puede alcanzar sustituyéndolo con otras prácticas. «El ayuno nos hace saber de qué tipo es nuestra hambre, de qué vivimos». “El niño –añade- no se nutre sólo de leche materna, sino que inicialmente no distingue entre comida y madre; por tanto se nutre de las presencias que lo rodean. Come, introyecta voces, olores, formas, rostros y así, poco a poco edifica su personalidad relacional y afectiva. Esto significa que la valencia simbólica del ayuno es absolutamente peculiar y que no tiene equivalentes en otras formas de ascesis. Con el ayuno aprendemos a conocer y a moderar nuestros apetitos a través de la moderación del apetito fundamental y vital: el hambre, y aprendemos a disciplinar nuestras relaciones con los otros, con la realidad externa y con Dios, relaciones siempre tentadas de voracidad”. «Es una pedagogía—concluye—que lleva a la totalidad de la persona a la adoración de Dios».


El ayuno solo se pide el miércoles de ceniza que comienza la cuaresma y el viernes santo, día en que murió nuestro Señor Jesucristo.

Ayuna de juzgar a otros; descubre a Cristo que vive en ellos.

Ayuna de palabras hirientes; llénate de frases sanadoras.

Ayuna de descontento; llénate de gratitud.

Ayuna de enojos; llénate de paciencia.

Ayuna de pesimismo; llénate de esperanza cristiana.

Ayuna de preocupaciones; llénate de confianza en Dios.

Ayuna de quejarte; llénate de aprecio por la maravilla que es la vida.

Ayuna de las presiones que no cesan; llénate de una oración que no cesa.

Ayuna de amargura; llénate de perdón.

Ayuna de darte importancia a ti mismo; llénate de compasión por los demás. Ayuna de ansiedad sobre tus cosas; comprométete en la propagación del Reino. Ayuna de desaliento; llénate del entusiasmo de la fe.

Ayuna de pensamientos mundanos; llénate de las verdades que fundamentan la santidad.

Ayuna de todo lo que te separe de Jesús; llénate de todo lo que a Él te acerque.

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