martes, 12 de abril de 2011

DIOS LLORA EN COSTA DE MARFIL

Cada día cientos de noticias se agolpan en los periódicos, en la radio, televisión, internet.
Entre ellas, hay muchas sobre guerras, conflictos, asesinatos. Lamentablemente consumimos noticias al tal ritmo que perdemos el norte: son personas, son hermanos los que sufren todos esos titulares que pasan a toda prisa, por las pantallas de televisión, personas y hermanos nuestros.
Nos llegan noticias de Costa de Marfil, donde hace unos días, mil cristianos fueron asesinados, algunos de ellos quemados vivos.
Tenemos en "Esta Casa" una vela encendida por todos los perseguidos. Oramos por ellos y por los perseguidores. Que el Señor inunde con su luz todos los corazones, para que podamos descubrir el pecado que hay dentro de nosotros y volver a El.

El padre Antonio César es un misionero salesiano que lleva más de 30 años trabajando en África. Primero estuvo en Togo y, ahora, está al frente de una misión en Abiyán, la capital de Costa de Marfil. Allí los salesianos gestionan un centro de jóvenes, dos casas de acogida para niños de la calle y una parroquia. En la misión, muchos niños y jóvenes han encontrado una oportunidad para sus vidas y han cultivado su fe. Pero llevan semanas temiendo por sus vidas, en medio de una guerra civil abierta. El pasado martes enviaba a este semanario su testimonio:



Vivimos una situación dramática de guerra, que comenzó ya en 2002, cuando el país se dividió en dos bandos, los nacionalistas -que ahora apoyan a Gbagbo-, y los seguidores de Ouattara, oriundos en su mayoría de Burkina Faso, que llegaron a Costa de Marfil, a trabajar en las plantaciones de cacao. Tras las recientes elecciones, que, según la opinión de la mayoría, las ha ganado Ouattara, la confrontación entre ambos bandos se ha recrudecido.


En Duekoué, en la zona oeste, asistieron, el sábado pasado, a un entierro de más de 800 personas ejecutadas en dos días, cuyos cuerpos yacían por la calle. Las tropas de Ouattara entraron e hicieron un baño de sangre. Nuestra parroquia de Duekoué alberga, desde hace cuatro meses, a más de 20.000 refugiados. Las víctimas, hombres en su mayoría, parece ser que constituían una milicia que combatía a favor del presidente saliente, Laurent Gbagbo. La historia se encargará de dar luz sobre esto.


Las tropas de Ouattara han tomado ciudades del sur del país, sin demasiada resistencia. En San Pedro, puerto importantísimo para el comercio del cacao, parece que entraron en la catedral, llena de fieles, y dispararon contra ellos. Ocho personas perdieron la vida.


Finalmente, llegó el turno a Abiyán, capital económica del país. Las tropas de Ouattara han intentado atacar las instalaciones de la televisión, el palacio presidencial, la residencia de Gbagbo y la base militar. Al principio, se creía que era cuestión de unas horas; la realidad ha sido diferente. Los combates están siendo duros y el ejército de Gbagbo opone una fuerte resistencia. Fuerzas francesas han venido en apoyo del bando de Ouattara, y mientras escribo estas líneas, están dando el asalto final.


La televisión ha sido recuperada y, desde ahí, están lanzando un llamamiento a la población para que acuda a salvar a Gbagbo, que se encuentra en su residencia, en el centro de la ciudad.


El viernes por la mañana, cuando se sabía que las fuerzas de Ouattara habían entrado en Abiyán, en nuestro barrio surgieron grupos de jóvenes que se lanzaron a la calle, muchos de ellos armados con palos, machetes y armas de fuego. Acababa de comenzar una campaña de devastación. Ahora se han calmado, pero se sigue viendo a jóvenes armados disparando al aire, lo que hace que haya balas perdidas que hieren y matan. Ayer, por ejemplo, al lado de nuestra parroquia, una mujer perdió la vida: iba por la calle con su niño a la espalda, la alcanzó una bala y la mató; al niño lo pudieron salvar.


Hay muchos arreglos de cuentas, violencia, pillaje, mujeres violadas, casas incendiadas. Miseria, llanto y hambre, junto con un profundo resentimiento, son las secuelas que estos días están dejando en toda la zona oeste.


¿Miedo? Sí..., pero No temáis


En la misión, la situación es dura: los fieles de la parroquia están pasando verdadera necesidad, ya que empiezan a escasear los alimentos y los recursos de la gente son muy limitados, puesto que no hay trabajo.


A veces, me preguntan si tengo miedo, o si pensamos irnos de aquí: miedo se siente un poco, pero el Señor, que nos ha metido en toda esta aventura, no nos va a dejar. Para un salesiano, la presencia de María Auxiliadora no es una teoría. No debo abandonar esta misión, es bueno estar con la gente, compartir su situación y darles, al menos, una palabra de ánimo. El No temáis de Jesús a los suyos es una palabra que refuerza la confianza y el abandono.


¿Por qué esta situación? No se puede buscar al culpable de turno para demonizarlo. Unos dice que es Francia. Es cierto que tiene sus intereses, que debería ser más imparcial y favorecer el desarrollo económico del país, de una manera menos interesada. ¿Por qué Gbagbo se empeña en seguir en el poder? Por otro lado, los del bando de Ouattara están cometiendo errores graves, sobre todo en las violencias y los pillajes de sus partidarios. ¿No podríamos sustituir la lógica de la violencia por la del perdón? Como misionero, una de las convicciones que intento vivir y predicar es la de la misericordia. La realidad más fuerte, que el Evangelio nos anuncia, es que todos (animistas, musulmanes, Ouattara, Gbagbo, tú y yo) somos una familia de hijos del mismo Padre. ¿Por qué empeñarse en condenar al otro? Hay que denunciar la injusticia donde se encuentre, y desenmascarar la mentira, y llamar a las cosas por su nombre; pero, para eso, no hay que avasallar, ni condenar, ni herir a las personas; basta el testimonio de la propia vida.


P. Antonio César, S.D.B. para Alfa y Omega

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