domingo, 30 de junio de 2013

DOMINGO XIII DEL TIEMPO ORDINARIO

Evangelio
Cuando se completaron los días en que iba a ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de caminar a Jerusalén. Y envió mensajeros delante de Él. Puestos en camino, entraron en una aldea de samaritanos para hacer los preparativos. Pero no lo recibieron, porque su aspecto era el de uno que caminaba hacia Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le dijeron: «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo que acabe con ellos?» Él se volvió y los regañó. Y se encaminaron hacia otra aldea.
Mientras iban de camino, le dijo uno: «Te seguiré adondequiera que vayas». Jesús le respondió: «Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». A otro le dijo: «Sígueme». Él respondió: «Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre». Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú, vete a anunciar el reino de Dios». Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de los de mi casa». Jesús le contestó: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios».
Lucas 9, 51-62

Cuando se cumple el tiempo, Jesús decide subir a Jerusalén. En realidad, es la decisión de Jesús la que lleva el tiempo a cumplimiento. Subir a Jerusalén significa abrazar la voluntad del Padre. Jesucristo quiere humanamente lo que divinamente decide con el Padre y el Espíritu Santo. En la decisión de Jesús está el quicio de la Redención. La desobediencia de Adán queda vencida por la obediencia de Cristo, el nuevo Adán. En la armonía de las voluntades humana y divina de Jesucristo reconocemos la obediencia que nos salva y el camino de nuestra santificación. La subida a Jerusalén es el camino de la obediencia redentora: querer lo que el Padre quiere, por nosotros los hombres y por nuestra salvación. Jerusalén no es sólo el término geográfico del camino, es principalmente la meta de la misión, lugar en el que comenzará el nuevo y definitivo inicio. Quien acompaña a Jesús hacia Jerusalén, recibe de Él enseñanzas de vida y orientaciones para abrazar la voluntad del Padre. En este mundo, nuestra felicidad depende en gran medida de asumir gozosamente que en el cumplimiento de la voluntad de Dios se funda de nuestra libertad. Cuando la Iglesia nos recuerda que,para vivir en libertad, Cristo nos ha liberado, Jesucristo sale a nuestro paso en el Evangelio de este domingo y nos regala consignas para el camino.
La primera tiene que ver con el rechazo y el modo de reaccionar ante él. Apenas ha tomado la decisión de ir a Jerusalén, Jesús experimenta la repulsa de unos samaritanos; ya ha hecho signos en Samaria, pero un judío que peregrina a la Ciudad Santa no merece hospitalidad. Jesucristo padece y carga sobre sí la herida del enfrentamiento entre pueblos. Los discípulos quieren agrandar la herida, pero Jesús regaña a quienes desean defenderle equivocadamente y evita la confrontación con quienes le desprecian. La subida a Jerusalén también es en favor de éstos. 
Consigna importante: cumplir la voluntad del Padre conlleva devolver amor a los que nos odian y sembrar paz donde otros ponen discordia. Las consignas siguientes se refieren al seguimiento de Cristo, ayudan a evitar equívocos y muestran lo importante: no se sigue a Jesús para conquistar seguridades en este mundo, o un lugar donde reclinar la cabeza; no se puede posponer la respuesta a la llamada de Jesús, aunque reclamen obligaciones familiares de gran importancia; no es posible seguir a Jesús y mantener el corazón en la vida anterior. Superados los equívocos, resplandecen los rasgos del auténtico seguimiento: quien sigue a Jesús, tiene en Él su morada y toda su riqueza; la llamada de Jesús es más fuerte que los vínculos de la sangre; los lazos familiares adquieren nuevo vigor cuando la respuesta a Cristo es lo primero. A los que quieren retrasar el seguimiento, Jesús les recuerda que el anuncio del Reino es prioritario y exige no volver la vista atrás. Avanza en el camino hacia Jerusalén quien concibe su vida como seguimiento del Señor y descubre que en la comunión con Él está el principio, el medio y el fin del camino de la obediencia que nos salva. El mismo Jesús que nos invita a seguirle para subir a Jerusalén, nos llama a acudir a Él. En la escuela de su Corazón aprendemos las consignas que nos orientan en el camino de la vida.
+ José Rico Pavés
obispo auxiliar de Getafe

sábado, 29 de junio de 2013

"TÚ ERES PEDRO..."

Si la Iglesia fuera un conjunto de comunidades desguazadas, esta escena de Mateo, y tantas otras del NT que tratando de Pedro se le asemejan, serían cosa de poca monta, un si es no es de primacía de sillerías: mi cátedra antes que la tuya, tu cátedra antes de la mía, mi poder antes que el tuyo. Pero si la Iglesia de Dios y de Jesucristo, de la que nos habla la primera línea del NT, es sacramental, se construye en lo que salió del costado de Cristo, muerto en la cruz por y para nosotros, entonces ella es esencial en nuestra vida de fe y de personas justificadas del pecado por la gracia.

 Si la Iglesia se construye en esa mirada de misericordia con la que Jesús pone sus ojos sobre nosotros desde la cruz, de parte de Dios su Padre, la cuestión de la roca en la que edificamos nuestro ser es decisiva. Ni la fe es cosa de mi mera individualidad ni la justificación es algo que nos viene de Dios alcanzando a mi persona solo en la mera conectividad de individuo. Porque la fe y la justificación están repletas de miradas expresivas, de tocamientos llenos de congoja y de alegría, de palabras, de sangre y agua, de bautismo y eucaristía. Ambas se me dan en la Iglesia, porque esta es sacramental. La Iglesia de Dios y de Jesucristo se construye en la carne de Pedro y de los demás apóstoles, en su sangre martirizada, en las Escrituras que nos dejaron. Hablan de Tradición, y muy bien hecho. Estamos inmersos en una tradición de palabras y de actos que nos viene desde aquellos primeros tiempos; desde que el Espíritu bajó sobre sus apóstoles, y luego sobre nosotros, a manera de lenguas de fuego. No es solo un pequeño Espíritu que nos llega individualmente desde Jesús por la lectura de esas Escrituras y por los revolcones individuales que provoca en mi interior.

 Por supuesto que está muy bien que así sea, pero no se trata solo de eso, pues la Iglesia es esencialmente sacramental, una tradición de carnes que nos llega desde el momento de Pentecostés, y a la que Jesús en las Escrituras que nos lo transmiten le da importancia fundamental. Cuestión de tocamiento de carnes. Tradición de carnes asentadas sobre la roca de Piedra, que tal es el nombre nuevo de Simón. Es esencial darse cuenta: cuando en los textos que nos han transmitido a Jesús se habla de las Escrituras, se refiere, no podía ser de otro modo, a lo que llamamos AT, pero, luego, la Iglesia nace escribiendo un complemento último y decisivo de manera que sus escritos son también Escritura: el NT. Escrituras escritas en y por la Iglesia naciente. Por ello, aun cuando dijéramos que lo nuestro es la sola Escritura, nunca podríamos olvidar que ellas son escritas por la Iglesia, la comunidad de quienes reciben el Espíritu de Jesús. Por ello, Simón Pedro es roca en la que la Iglesia se edifica. Una Iglesia cuya cabeza es el mismo Cristo.
En el evangelio de Juan encontramos pasajes que marcan lo que es la Iglesia. Nace de la lanzada en el costado de Cristo muerto, de cuyo pecho salen sangre y agua. Y adquiere el definitivo sígueme tras esa escena de una suave melancolía llena de esperanza en la que Jesús, en presencia de los discípulos, pregunta a Pedro por tres veces: Me quieres. Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te queremos.

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viernes, 28 de junio de 2013

UNA FAMILIA EJEMPLAR

O la prueba de como el amor, verdaderamente cambia el mundo.
Hoy rezamos por los más pequeños de nuestra Parroquia, que están de campamento en Casalgordo.


jueves, 27 de junio de 2013

"NADIE ES INÚTIL EN LA IGLESIA"

Texto íntegro de la Audiencia del Papa de ayer:


Queridos hermanos y hermanas, buenos días.
Hoy me gustaría hacer una breve referencia a una ulterior imagen que nos ayuda a ilustrar el misterio de la Iglesia: la del templo (cf. Conc. ECUM. Vaticano II Constitución dogmática Lumen gentium, 6).
¿Qué nos hace pensar la palabra templo? Nos hace pensar en un edificio, en una construcción. De manera particular, en la mente de muchos recuerda la historia del Pueblo de Israel narrada en el Antiguo Testamento. En Jerusalén, el gran Templo de Salomón era el lugar del encuentro con Dios en la oración; en el interior del Templo estaba el Arca de la Alianza, signo de la presencia de Dios entre la gente; y en el Arca se guardaban las Tablas de la Ley, el maná y la vara de Aarón: un recordatorio de que Dios siempre había estado en la historia de su pueblo, que lo había acompañado en el camino, que había guiado sus pasos. Y el templo recuerda esta historia. También nosotros, cuando vamos al templo, debemos recordar esta historia, mi historia: cada uno de nosotros, nuestra historia, como Jesús me encontró, como Jesús anduvo conmigo, como Jesús me ama y me bendice.
Así pues, lo que estaba prefigurado en el antiguo Templo, lo realiza el poder del Espíritu Santo, en la Iglesia: la Iglesia es la “casa de Dios”, el lugar de su presencia, donde podemos recibir y encontrar al Señor; la Iglesia es el templo en el que habita el Espíritu Santo que la anima, la guía y la sostiene. Si nos preguntamos, ¿dónde podemos encontrar a Dios? ¿Dónde podemos entrar en comunión con Él por medio de Cristo? ¿Dónde podemos encontrar la luz del Espíritu Santo para que ilumine nuestras vidas? La respuesta es: en el pueblo de Dios, en medio de nosotros, que somos Iglesia. Entre nosotros, dentro del pueblo de Dios y de la Iglesia, allí encontraremos a Jesús, al Espíritu Santo, encontraremos al Padre.
El antiguo templo fue construido por las manos de hombres: se quería “dar una casa” a Dios, para tener un signo visible de su presencia en medio del pueblo. Con la encarnación del Hijo de Dios, se cumple la profecía de Natán al rey David (cf. 2 Sam 7,1-29): no es el rey, no somos nosotros “en darle una casa a Dios”, sino que es el mismo Dios que “construye su casa” para venir a habitar en medio de nosotros, como escribe San Juan en su Evangelio (cf. 1:14).
Cristo es el templo viviente del Padre, y Cristo mismo edifica su “casa espiritual”, la Iglesia, hecha no con piedras materiales, sino con “piedras vivas” que somos nosotros. El apóstol Pablo dice a los cristianos de Éfeso: “Ustedes están edificados sobre los apóstoles y los profetas, que son los cimientos, mientras que la piedra angular es el mismo Jesucristo. En él, -en Jesús- todo el edificio, bien trabado, va creciendo para constituir un templo santo en el Señor. En él, también ustedes son incorporados al edificio, para llegar a ser una morada de Dios en el Espíritu,” dice Pablo (Efesios 2:20-22). ¡Qué hermosa cosa! Nosotros somos las piedras vivas del edificio de Dios, profundamente unidas a Cristo, que es la roca de apoyo, y el apoyo entre nosotros, ¿no? Y qué significa esto? Que el Templo somos nosotros, la Iglesia, pero nosotros, vivos, nosotros somos Iglesia, somos el Templo vivo, y cuando estamos juntos está el Espíritu Santo que nos ayuda a crecer como Iglesia. No estamos aislados, somos el pueblo de Dios, y ésta es la Iglesia: Pueblo de Dios.
Y es el Espíritu Santo con sus dones, que diseña la variedad: esto es importante. ¿Qué hace el Espíritu Santo entre nosotros? Diseña la variedad, la variedad que es la riqueza de la Iglesia y une todo y a todos, a fin de constituir un templo espiritual, donde no ofrecemos sacrificios materiales, sino a nosotros mismos, nuestra vida (cf. 1 Pt 2:4-5). La Iglesia no es una trama de cosas e intereses, sino que es el templo del Espíritu Santo, el Templo donde Dios obra, el Templo en el que cada uno de nosotros con el don del Bautismo es piedra viva. Esto nos dice que nadie es inútil en la Iglesia:
¡Nadie es inútil en la Iglesia! Y si alguien, por casualidad, dice, cualquiera de ustedes: “ve a casa, tú eres un inútil”, ¡eso no es verdad! ¡Nadie es inútil en la Iglesia: todos somos necesarios para construir este templo! Nadie es secundario: “Ah, yo soy el más importante en la Iglesia!”: ¡no! ¡Todos somos iguales ante los ojos de Dios, todos, todos! Pero alguno de ustedes puede decir: “Pero, mire, señor Papa, usted no es igual a nosotros”.
Sí, soy como uno de ustedes, todos somos iguales, todos somos hermanos! Nadie es anónimo: todos formamos parte y construimos la Iglesia. Pero esto nos invita también a reflexionar sobre el hecho de que si falta el ladrillo de nuestra vida cristiana, le falta algo a la belleza de la Iglesia. Y, si algunos dicen, “Ah, yo con la Iglesia, no, yo no tengo nada que ver.”¡Pero entonces faltará el ladrillo de tu vida, en este hermoso templo! Nadie puede salir, ¿eh? ¡Todos tenemos que llevar a la Iglesia nuestra vida, nuestro corazón, nuestro amor, nuestro pensamiento, nuestro trabajo… Todos juntos!
Me gustaría que nos preguntáramos: ¿cómo vivimos nuestro ser Iglesia? ¿Somos piedras vivas, o somos, por así decirlo, piedras cansadas, aburridas, indiferentes? Han visto ustedes que feo es un cristiano cansado, triste, indiferente. ¡Es feo! Un cristiano así no va. El cristiano debe ser vivo, alegre de ser cristiano, debe vivir esta belleza de hacer el Pueblo de Dios que es la Iglesia. ¿Nos abrimos al Espíritu Santo para ser parte activa en nuestras comunidades, o nos cerramos en nosotros mismos, diciendo: “Tengo muchas cosas que hacer, no es mi tarea hacer esto o aquello? ¡No nos cerremos en nosotros mismos!
Que el Señor nos conceda su gracia, su fuerza, para que podamos estar profundamente unidos a Cristo, piedra angular, el pilar, piedra de apoyo de nuestra vida y de toda la vida de la Iglesia. Oremos para que, animados por su Espíritu, seamos siempre piedras vivas de su Iglesia. (Traducción: RadioVaticana)


miércoles, 26 de junio de 2013

S. JOSÉ MARÍA ESCRIVÁ, FUNDADOR DEL OPUS DEI

Hoy la Iglesia celebra a este santo español y en este vídeo, podemos conocerlo un poco más:


martes, 25 de junio de 2013

"ALMA NO DEJA A NADIE INDIFERENTE"


El pasado día 15 de junio sobre las 21:15 horas se abrían las puertas del auditorio de la Casa de la Cultura de Sonseca, para que los asistentes que aguardaban allí comenzasen a ocupar sus localidades en el previo al comienzo del musical “ALMA” que tanta expectación había creado.
Con “todo el papel vendido” desde varios días antes, algo más de 700 localidades, y con la noche sonsecana como testigo, arrancaba este evento que serví a de acto central de este fin de semana de convivencia, en el que los miembros del musical hicieron las delicias de los sonsecanos desde el concierto, organizado después del rato de oración que tuvo lugar en la parroquia, concierto en el que se vio la variedad de estilos musicales con los que los participantes quisieron entretener a los sonsecanos.
En las mañana del sábado, fue el turno de los más peques que, convocados en la Plaza de la Virgen, interactuaron en diversidad de talleres y que sirvieron para acercarles un poco más la esencia del musical. Tras los mismos y en un ambiente más familiar, a los pies de la Virgen de los Remedios, los miembros del musical quisieron celebrar la misa, haciéndolo así a los pies de la Madre de los sonsecanos.
A la conclusión de “ALMA”, eran multitud de los asistentes los que se acercaban a los componentes para felicitarlos por el esfuerzo realizado y el mensaje transmitido, aunque sin duda el sentimiento generalizado era el de contrariedad en las personas que por primera vez lo veían, puesto que como ellos mismos afirmaban “No nos esperábamos que un musical católico pudiera ser así”, esto sumado a los comentarios de alegría y satisfacción recogidos en el libro de firmas, corroboran lo que desde aquí veníamos aportando en las anteriores notas, que “ALMA”, no deja a nadie indiferente.
Con la actuación de Sonseca, se cerraba la gira 2012/2013 del musical, y como los propios miembros reconocían en las mismas instalaciones de la Casa de la Cultura, hacían un balance muy positivo de la gira y recalcaban lo arropados que se habían sentido en Sonseca y se deshacían en elogios hacia todas aquellas personas de la parroquia que habían hecho posible que este fin de semana en Sonseca fuese posible.
En nombre propio y de todos los sonsecanos que participamos en ALMA, agradecer profundamente a todos los que han dedicado sus esfuerzos y empeños en que este “sueño” se haya hecho realidad y que esta realidad se haya desenvuelto a tan alto nivel. GRACIAS.


Mario Gómez Gutierrez. Bailarín de Alma y joven de la Parroquia de Sonseca

lunes, 24 de junio de 2013

NATIVIDAD DE S. JUAN BAUTISTA

"Antes de formarte en el vientre, te escogí"


Esas palabras de Jeremías se completan en Jesús, y también en Juan el Bautista, aunque en un principio se refieran a los profetas. Podemos preguntarnos, sin embargo, si no se refieren también a todo miembro de la Iglesia, a ti y a mí; incluso podríamos sostener aún más, si es verdad que Dios conoce nuestro rostro y que nos ha dado nombre, Dios ha escogido, dándole el ser, a toda persona. No es lo suyo un vago reconocer por la configuración de los ojos y de los oídos, por las huellas digitales y del iris, que somos del género humano.

 Nos ha escogido desde el mismo acto principal de la creación para, en su momento, modelarnos a cada uno a su imagen y semejanza. No de manera genérica, como construidos en serie con los detalles precisos para que seamos bellos a sus ojos. Conoce cada rostro. Todos, porque personas como él, hemos sido elegidos desde el vientre de nuestra madre. Nos da nuestro ser individual, no un espurrimiento genérico que nos haría reconocibles por nuestras huellas. Dios nos conoce; nos ha elegido desde el vientre de nuestra madre. Y nos ha elegido para plasmar en cada uno de nosotros esa imagen y semejanza con la que nos creó y nos sigue creando. Uno a uno, no en cadena de montaje industrial, en la que se nos espurrean aquí y allá olores y colores para que parezcamos individuos reconocibles como tales.

El salmo insiste: en el seno materno, tú me sostenías. Todos somos piezas originales, modelados una a una por la mano creadora de Dios. Por eso debemos decir que en el vientre materno ya me apoyaba en el Señor. De otro modo, ¿cómo hubiera tenido vida, la vida personal que es la mía? Porque las cosa son así, como nos señala Pedro en su primera carta, no hemos visto a Jesucristo y lo amamos. No lo vemos y creemos en él. Nuestro destino en libertad es alcanzar la meta de nuestra fe: nuestra propia salvación. Desde antiguo, desde nuestros primeros padres, entenebrecimos aquella imagen y semejanza original que nos daba ante Dios un rostro reconocible. Habíamos sido elegidos desde el vientre materno, pero pecamos y nos alejamos de aquella semejanza. Seguíamos siendo personas, de otro modo no hubiera tenido sentido la encarnación del Verbo buscando nuestra salvación, ya que habríamos imposibilitado de raíz la labor del mismo Dios. Engañados, buscábamos campar por nuestros respetos, alejando la voluntad de nuestro Creador, allegándonos a ídolos construidos con nuestras manos. Desfiguramos nuestro rostro, aunque Dios nunca perdió su amor misericordioso por nosotros; éramos nosotros los que parecíamos no tener ya la capacidad de ver el rostro de Dios.

Siempre hemos podido darle gracias, porque nos ha escogido portentosamente, y en Cristo buscaba tiempo y maneras para redimirnos. Aquí es donde un nacido de mujer, Juan, nos indica el camino. Señalándonos a quien va a venir después de él. Antes de que llegara Cristo, predicó la salvación. Nos señaló al Cordero que quita el pecado del mundo. Antes de que llegara Cristo, Juan predicó la conversión. Nos hizo ver que era el pecado quien entenebrecía nuestro rostro ante Dios y nos señaló el rostro que reconocería en plenitud el nuestro, estirando de nosotros desde la cruz con suave suasión, ofreciendo ante nuestros ojos un tal espectáculo de modo que, mirándolo con mirada de fe, reencontráramos en él nuestra imagen y semejanza primigenias.

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domingo, 23 de junio de 2013

DOMINGO XI DEL TIEMPO ORDINARIO

Evangelio
Una vez que Jesús estaba orando solo, lo acompañaban sus discípulos y les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?»
Ellos contestaron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros dicen que ha resucitado uno de los antiguos profetas».
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Pedro respondió: «El Mesías de Dios».
Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie, porque decía:
«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día».
Entonces decía a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará».
Lucas 9, 18-24


Sólo hay una confesión de fe sobre Jesús que lleva a la salvación. Jesús rechaza las aproximaciones a su Persona basadas en la mera opinión de las gentes, aunque sea mayoritaria. Paradoja evangélica: hay aproximaciones que alejan de Jesús. Su verdadera identidad no se alcanza arrinconando su figura en una historia reconstruida arbitrariamente. La confesión de fe integra y custodia el dato de la Historia en el vosotros de la Iglesia. El encuentro con el verdadero Jesús requiere diálogo con Él, distancia de las conjeturas superficiales, acogida del anuncio de la Pasión, hacer de la propia vida seguimiento y estar dispuesto a ganar perdiendo. Sólo quien confiesa que Jesús es el Mesías se abre al don de la salvación. El Evangelio del Domingo XII del Tiempo ordinario nos propone la secuencia que ilumina el camino salvador: la confesión de la verdadera fe sobre Jesús está en la base de la aceptación del Misterio Pascual y de la lógica del discípulo. Para perseverar en el seguimiento es necesario conocer al que seguimos. Para crecer en el conocimiento es imprescindible seguir al que conocemos. Conocer para confesar, y seguir para conocer. El mismo Jesucristo nos enseña que la recta confesión conduce al seguimiento que salva.
Jesús ora solo, en presencia de sus discípulos, antes de preguntarles. En su oración se encierra el secreto de su identidad. Los discípulos ven al Maestro, pero no pueden entrar en el misterio de su oración si Él no les adentra. Ahora Jesús pregunta, y en la respuesta está la puerta que lleva a la comunión de la oración. Él es el Hijo único del Padre y sólo Él puede darlo a conocer. Alcanza conocimiento quien trata de cerca. Lo que otros dicen se queda en la superficie. Puesto que conocer es tener trato de comunión, sólo quien forma parte del vosotros de Jesús está en disposición de abrazar su verdadera identidad. En la voz de Pedro se reconocen los apóstoles, cimientos junto a la roca de la Iglesia. Jesús es el Mesías prefigurado por los justos del Antiguo Testamento y anunciado por los profetas, pero su mesianismo no es de orden temporal, social o político. Yerra quien así lo presenta y recibe veto en su palabra. Cuando Jesús prohíbe, ensancha la libertad. Su prohibición libera de interpretaciones estrechas.
El Mesías Salvador recibirá el desprecio de los custodios de la Ley, será ejecutado y resucitará. La obra del Mesías es Redención por entrega de amor: misterio de Pasión, muerte y resurrección. Fracaso a los ojos del mundo, triunfo escondido de Dios. Acoger al Salvador es seguirle en su Misterio Pascual. Antes de invitar a cargar con la cruz diaria, Jesús promete entregarse en la cruz. Consuelo de infinita misericordia: ya no hay cruz en la que no podamos encontrar el rostro de Nuestro Señor. Quien inventa un Jesús a su medida, por más que goce del aplauso de multitudes, sólo sigue a su propio fantasma. Sin distancia de la superficial opinión ajena, no hay cercanía de convivencia. Sin vivencia de la pertenencia eclesial, no hay comprensión auténtica del Salvador. Sin negación de uno mismo, no hay afirmación del verdadero Jesús. Sin carga diaria de la cruz, no hay trato con el Crucificado. En la lógica del Evangelio, pierde la vida quien quiere salvarla y la salva quien la pierde por el Señor. Negar para afirmar; cargar para sentir alivio; seguir para conocer; acudir a Cristo para confesar; confesar para ser salvados.
+ José Rico Pavés
obispo auxiliar de Getafe

viernes, 21 de junio de 2013

DEJAR QUE DIOS SANE MIS HERIDAS

La oración es una cita con el Médico de nuestras almas, nuestro Creador y Redentor. El conoce y guarda nuestras entradas y salidas (Salmo 120), nuestra historia, nuestras heridas, nuestras miserias y también nuestros deseos de sanar, de vivir y caminar en su presencia (Salmo 144)
Al hacer silencio en la oración, acallo mis heridas, mi dolor, mis "por qués", mis frustraciones y fijo mi mirada en el Divino doctor. Dejo así que sea Él quien me pregunte por mis heridas, cicatrices, mi historia.
Mujer-llorando
Me sorprenderé si le dejo hablar. Él las conoce mejor que yo. Él estuvo y está presente, a mi lado, me ha cargado y me cargará para que no sufra tanto el peso de estas heridas. Es más, Él ha experimentado primero estas heridas en su propia carne y por ellas, hemos sido curados (Isaías 53,5)
Descubro que Él no está tan lejos, no estuvo tan lejos. Que necesito que Él me cuente mi historia, como lo hizo con los discípulos de Emaús (Lucas 24). Pedirle que camine conmigo, que se quede en mi casa, en mi corazón. Que parta su pan en mi presencia, que coma con Él la Eucaristía y que así yo pueda vivir y alimentarme de sus heridas y de su Pasión.
Era necesario que Jesús viniese a mi alma en la oración para que sanase mis heridas con sus manos taladradas por los clavos, con su mirada penetrante, dulce, suave y serena; con su voz firme y acogedora; con su presencia paciente y luminosa.
"Cuéntame tú Señor mi historia, la historia de mi vida, de mis heridas. Sáname Señor, porque Tú eres mi luz y mi salvación y ninguna herida ni nadie me podrá hacer temblar (Salmo 26)
Toma mis heridas, Señor, son tuyas; y déjame que las tuyas sean mías. Escóndeme en las mías y yo me esconderé en las tuyas. Mira tú mi vida, redímela y sánala; mire yo la tuya y acójala con amor y esperanza.
Que mi soledad y dolor sean ahora sanados por tu protección y amor. Amigo fiel que nunca fallas, Doctor de mi alma, Médico de mis llagas y de mis heridas.
Me dan miedo y me avergüenzan mis heridas. Pero tus heridas fueron tu gloria y el triunfo que presentaste a tu Padre. Por mis heridas seré victorioso si te las presento a ti para que las cures y las conviertas en señal de amor y victoria. Con esta señal llegaré al cielo y me presentaré con confianza ante tu Padre, que es también mi Padre"
Mano-vendada

¿Cómo hacer una revisión médica espiritual frente a Cristo?

  1. Acto de fe: "creo que Señor que eres el Divino doctor, Hijo de Dios, encarnado por amor a mí. Vienes a sanarme con tus heridas"
  2. Acto de confianza: "confío en ti Señor porque tus promesas son eternas y quieres mi bien. Enséñame a conocer mi bien abriéndote mi alma y mis heridas"
  3. Acto de amor: "te amo Señor porque me has amado tú primero. Te amo Señor porque me lo has demostrado con tu amor, con tus heridas que siguen abiertas para que yo me esconda en ellas"
  4. Acto de entrega: "te entrego mi historia, mi pasado, mi presente y mi futuro. Con mi historia te entrego los capítulos tristes y los alegres. Mis heridas, confusiones, dolores, ofensas, traiciones, infidelidades, indiferencias, pecados, pérdidas, abusos, rencores, todo. Las que he sufrido y las que he hecho yo sufrir a mis hermanos. Con mi presente te entrego mis cruces diarias, mis amores, mis dolores. Con mi futuro te entrego lo que soy y puedo ser, mis anhelos, mis sueños y mis penas futuras".
  5. Acto de "despojo": despojarse de toda vestidura, protección, careta. Desnudar el alma ante Dios, presentarle mis heridas como son, donde están. No hay nada oculto para Dios. "Así soy Señor, así he sufrido, están son mis heridas, tú las conoces, aquí te las presento con cierto temblor pero a la vez confianza. Es mi vida, mi historia, mi identidad. No lo puedo cambiar, pero sí puedo dejar que me sanes".
  6. Acto de humildad: "entra Señor en mis heridas, me duele abrírtelas, me humilla volver a ellas, pero sé que hasta que no sean tuyas, no sanarán. Tuyas son, habítalas; tuyas son, sánalas".
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Para la oración
¿Cuáles son mis heridas? Identificarlas en la oración, repasando la propia vida junto a Cristo, entrando en nuestro corazón.
¿He perdonado a Dios? ¿Me he perdonado a mí mismo? ¿Me falta perdonar a alguien?
¿He pedido perdón a Dios?
¿Dónde me puede dar Dios cita, dónde puedo encontrarle para que me sane? ¿Cómo va mi oración? ¿Mi cercanía a la Eucaristía? ¿Con qué frecuencia me confieso?
¿Estoy abierto desde la fe al milagro que experimentaron tantos hombres y mujeres en el Evangelio? ¿Sé realmente "qué es lo que quiero que Jesús haga en mi corazón?
"Gracias Señor por entrar en mis heridas, por estar siempre presente, por ayudarme a curarlas, a cicatrizarlas. Quiero que esta marca que quede sea un recuerdo de tu amor, un compromiso de mi decisión de vivir confiando en ti.
Escóndeme en esa divina herida que no sanará, que no cicatrizará. Esa herida que siempre está abierta para que podamos escondernos en tu corazón y así entendamos cuánto nos amas y cómo quieres sanarnos. En ti Señor confíe, nunca quedaré defraudado"


 Autor: P. Guillermo, L.C.; publicado originalmente en:  http://www.la-oracion.com

jueves, 20 de junio de 2013

NUESTRO PADRE SABE LO QUE NECESITAMOS...

EVANGELIO
Vosotros rezad así
Lectura del santo evangelio según san Mateo 6, 7-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes que lo pidáis. Vosotros rezad así:
“Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno.”
Porque si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas.»

Palabra del Señor



Nos basta con la oración del Padre Nuestro. Con ella damos gracias al Señor de toda gracia y lo hacemos con todo el corazón; en compañía de todos los rectos de corazón, nos dice el salmo. El Señor está con nosotros. Nos da su gracia, que nos justifica en nuestros haberes y en nuestro ser, en nuestro serse, como decía maravillosamente Unamuno. La obra del Señor es esplendor y belleza. 

Y lo más exquisito de ella somos nosotros, creados a su imagen y semejanza. Nada del universo fue creado con tanto cariño; se diría que preparaba el momento de la encarnación del Hijo. Ni en galaxia o mundo lejano, ni en hipopótamo o escarabajo, ni siquiera en ángel, sino en carne como la nuestra, en todo semejante a la nuestra, excepto en el pecado. Solo nosotros le llamamos Padre. Y ese nombre nos lo ha enseñado Jesús, el Hijo, quien nos abrió las puertas de la oración en la bendita sencillez de la que puso en nuestros labios. Justicia y verdad son las obras de sus manos. Que seamos justificados por la fe no es fruto del azar, pues entraba en el designio profundo de Dios para nosotros. Solo nosotros somos capaces de entender las fuerzas que mueven el mundo, las leyes que lo conforman. 

Solo nosotros tenemos el logos, la palabra que nos hace. Y, fuera de nosotros, solo el Hijo de Dios se dice Logos, creador del mundo. Pueden decirnos que hay infinitos mundos —aunque siempre afirmarías que por estar tan lejanos de nosotros nada sabemos ni podremos nunca saber de ellos, ¿entonces?—, sin embargo, criaturas preñadas de logos solo nosotros. Criaturas con capacidad tan asombrosa que nos cabe preguntar sobre Dios, pues somos capaces de Dios. Tal es la cercanía entre el Creador del mundo y el extraño ser que fue creado el día sexto, como nos relatan las páginas que abren la Biblia. Solo nosotros con él, solo él con nosotros tenemos afinidad de espíritu, afinidad de logos, de palabra, de sermón, de habladurías, de relatos. 

Solo nosotros podemos hablar de él y con él. Mas Dios es insondable, por eso, en un acto supremo de amor, para tener un interlocutor en el mundo que estaba creando, nos creó a nosotros. Nos creó libres, como él es libre. Es verdad que demasiadas veces, desde el mismo comienzo, hemos usado mal esa libertad, y en vez de utilizarla para bendecir al Señor, engañados, hemos querido una y otra vez ser como dioses.
Mas con Jesús, que nació y vivió entre nosotros, que fue muerto en la cruz por y para nuestros pecados, que fue sepultado, y nosotros somos sepultados con él, de cuyo costado herido salió agua, el sacramentos del bautismo, y sangre, el sacramento de la eucaristía, donde nace la Iglesia, cuya cabeza es el mismo Cristo Jesús. Así pues, porque el Padre sabe lo que nos hace falta antes de que se lo pidamos, sin dejar que se perviertan nuestras mentes apartándonos de la sinceridad con Cristo, una vez recibido su Espíritu que ha hecho de nosotros su templo, podemos rezar con las palabras que Jesús nos enseñó. Pedimos que sea alabado su nombre y venga a nosotros su reino. Que nos dé nuestro pan. Que perdone nuestras ofensas. Que no nos deje caer en tentación y nos libre del Malo. Pero quede claro: si nosotros no perdonamos a los demás, tampoco nuestro Padre nos perdonará a nosotros.

Reflexión a la liturgia del día en www.archimadrid.org

miércoles, 19 de junio de 2013

CRISTIANOS PERSEGUIDOS

Irfan Masih es la última víctima de la violencia sectaria y anticristiana que sacude Pakistán y que coloca a este país en los primeros puestos de persecución a los cristianos. Estos sucesos se agravan aún más si los implicados pertenecen a los cuerpos de seguridad que teóricamente debería protegerlos.
El joven Masih tenía tan sólo 20 años de edad y como cristiano ha vivido su particular pasión. Ha muerto de manera brutal a manos de sus captores. La diferencia de 21 siglos no impide que los actos tengan similitudes en cuanto a la brutalidad.
Este joven cristiano fue detenido por la Policía de Pakistán el pasado 8 de junio acusado directamente de un asesinato que jamás cometió. No había orden judicial ni hubo juicio. Estuvo ocho días retenido y fue brutalmente torturado con la única intención de sacarle una confesión que no consiguieron. El 16 de junio moría. En la autopsia los médicos encontraron al joven muerto con 22 huesos rotos. Había sido literalmente molido a palos.
Según informa la agencia Asianews, Irfan Masih era un joven trabajador en la provincia de Punjab. La familia denuncia que fue retenido sin pruebas y que cuando volvieron a verle estaba ya muerto y con la consecuencia de su muerte: "múltiples fracturas".
Sin embargo, los agentes implicados en la brutal muerte de este joven cristiano no temen a las consecuencias de sus hechos. Se sienten y se saben impunes. Con una frialdad que asusta el jefe del acuartelamiento policial dijo que sencillamente Masih "no ha sido capaz de soportar" los golpes. Simple y llanamente.

"¿Qué más da su muerte?"

Si el investigador es igualmente el agresor poco se puede hacer. Así el subinspector Variam Ali no da valor a este brutal asesinato. "¿Qué más da, qué importa esta muerte? Una gran cantidad de personas muere cada día", afirmó tranquilamente.
Organizaciones de derechos humanos y la minoría cristiana han denunciado estos hechos y han organizado una protesta en Lahorepara que se depuren responsabilidades, capital de la provincia de Punjab. Sin embargo, las esperanzas son escasas pues en el caso está involucrada la Policía. De hecho, el temor no está en los policías implicados y sí en la familia del asesinado que ha tenido que abandonar su casa y está oculta bajo protección ante posibles represalias islamistas.
Este tipo de casos no es tan raro como pudiera pensarse. Las muertes extrañas de cristianos en la cárcel o en comisarías y lasejecuciones extrajudiciales son algo que sí ocurre en Pakistán.
Además, el día a día de la minoría cristiana en el país no es mucho mejor. No sólo por la violencia física sino porque en muchos casos son víctimas de la discriminación por parte de las autoridades. En otros casos son víctimas de la usura y de la violencia religiosa.
Fuente: Libertad Digital

martes, 18 de junio de 2013

APOYARSE EN DIOS

Don José María Segres y Doña Magdalena López están apunto de alcanzar sus bodas de oro matrimoniales. Se casaron el 20 de julio de 1963, pero han adelantado un mes la celebración, para unirse a otros cientos de matrimonios que, en este 2013, celebran sus Bodas de Oro o de Plata. El cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, presidió el domingo la Misa de Acción de Gracias. El secreto de su fidelidad, su oración constante y su amor. «Para que salga bien el matrimonio, hay que apoyarse en Dios -dice don José María, de 81 años-. Antes, cuando tenías un problema, acudías a Dios para pedirle que pasara y hablabas. Ahora, en un momento de ofuscación, la gente se separa y fuera»
Noticia digital (17-VI-2013)

Don José María Segres y Doña Magdalena López llevan 50 años casados. El 20 de julio celebran su aniversario de bodas, pero decidieron adelantar la celebración a este domingo 16 de junio. Toda la familia y algunos vecinos acudieron a la Catedral de la Almudena para participar en la Misa de Acción de Gracias, presidida por el cardenal arzobispo de Madrid y oficiada para pedir por los matrimonios que celebran en 2013 sus bodas de oro y plata. «Teníamos pensado celebrar una Misa de Acción de Gracias con nuestros hijos y familiares, igual que hicimos en nuestras Bodas de Plata, pero al enterarnos de la celebración en la Catedral, decidimos adelantarla», explica doña Magdalena.
El Señor siempre ha estado presente en sus celebraciones. «Siempre que hemos tenido algo que celebrar hemos dado gracias a Dios. Él siempre ha estado muy presente en nuestro Matrimonio, incluso antes de que se celebrara la boda», explica el señor Segres. Ambos se conocieron en la Legión de María, donde acudían con sus amigos para rezar y hacer apostolado.
Pero no sólo han acudido a Dios en los momentos buenos, también en los momentos de dificultades han buscado su misericordia. «Cuando han llegado los problemas siempre hemos rezado. La dificultad más grande fue cuando me dieron los dos infartos», explica don José María.
La oración siempre ha ocupado un lugar central en la vida de este matrimonio. «Estamos constantemente pidiendo por nuestra familia, por nuestros amigos, por todos los católicos, por los que están alejados de la Iglesia», añade.
Para el matrimonio, «la figura del Señor ha jugado un papel importante en nuestras vidas. Ha sido fundamental», declaran ambos. Y esto es lo que, según ellos, echan en falta muchos matrimonios en la actualidad. «Muchos se casan precipitadamente. Nosotros, siendo novios, íbamos a Misa todos los días. Y por las tardes íbamos a visitar al Santísimo. Teníamos mucha ayuda en este sentido», explica don José María, de 81 años de edad. «Ahora la gente llega sin fe, y muchos llegan sin formación», apunta su mujer doña Magdalena, de 78 años. «Para que salga bien el matrimonio hay que apoyarse en Dios. Antes, cuando tenías un problema, acudías a Dios para pedirle que pasara y hablabas. Ahora, en un momento de ofuscación, la gente se separa y fuera», asegura don José.
El matrimonio y sus 5 hijos también han tenido la oportunidad de enriquecerse con el amor de las abuelas. «Hemos cuidado a nuestras madres. No las hemos dejado en una residencia. Les hemos atendido con mucho amor. Incluso nuestros hijo también han participado de esta atención. Les ayudaban en todo lo que necesitaran. Las querían mucho. Creo que el amor ha sido muy importante en nuestro matrimonio. El mandamiento del amor de nuestra religión ha sido crucial. Y que siempre hemos rezado mucho por todos. Todos los días pido por mi mujer, por mi madre, por su madre, por mis cuñados, por mis hijos, por toda la iglesia, por los que no creen, vamos, por todo el mundo», concluye don José María Segres.
José Calderero
@jcalderero
Publicado en Alfa y Omega

domingo, 16 de junio de 2013

DOMINGO XI DEL TIEMPO ORDINARIO

Evangelio
En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él y, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. En esto, una mujer que había en la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino con un frasco de perfume, y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con las lágrimas, se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo: Si éste fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que lo está tocando, pues es una pecadora. Jesús respondió y le dijo: «Simón, tengo algo que decirte». Él contestó: «Dímelo, Maestro». -«Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de ellos le mostrará más amor?» Simón respondió: «Supongo que aquel a quien le perdonó más». Y Él le dijo: «Has juzgado rectamente». Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? He entrado en tu casa y no me has dado agua para los pies; ella, en cambio, me ha regado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con sus cabellos. Tú no me diste el beso de paz; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados han quedado perdonados, porque ha amado mucho; pero al que poco se le perdona, ama poco». Y a ella le dijo: «Han quedado perdonados tus pecados». Los demás convidados empezaron a decir entre ellos: «¿Quién es éste, que hasta perdona pecados?» Pero Él dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado, vete en paz»...
Lucas 7, 36 - 8,3
El perdón es siempre gracia inmerecida que se expresa en gestos, tanto por parte de quien lo ofrece, como por parte de quien lo recibe. Jesús perdona los pecados, para escándalo de unos y para consuelo de otros. Hay quien se acerca a la figura de Jesús, admira aspectos de su grandeza, pero sólo reconoce en Él a un profeta. El que así procede invita a veces a Jesús, lo tiene en su casa, pero se cierra a su salvación. Sin embargo, quien se acerca a Él con fe y arrepentimiento, recibe de Él la gracia del perdón y el don de una vida renovada y en paz. Necesaria es la fe para reconocer en Jesús al enviado del Padre, Dios como Él, capaz por tanto de perdonar pecados y restaurar el daño de la culpa. Necesario es el arrepentimiento para sentir el dolor de la culpa, anhelar la alegría de la salvación y orientar los pasos al único que puede sanar la herida del pecado. En el pasaje evangélico de este XI Domingo del Tiempo ordinario, un fariseo invita a Jesús a su casa, una mujer irrumpe buscando la salvación y Jesucristo desvela el secreto del perdón. Cierra el relato la referencia a las mujeres que siguen al Señor. El fariseo acoge a Jesús, pero se cierra a su misericordia. La mujer se acerca a Él con fe y le muestra arrepentimiento. Jesús reconoce su fe, recibe su arrepentimiento y le ofrece el regalo inmerecido del perdón. En la actitud del fariseo advertimos el riesgo de un conocimiento insuficiente del Salvador. En el silencio y en los gestos de la mujer arrepentida, reconocemos la disposición requerida para acoger el perdón. En la palabra y gestos de Jesús, descubrimos la fuerza transformadora de la misericordia divina.
Al fariseo no le falta buena intención, ruega a Jesús que acuda a su casa, lo recibe y lo recuesta a su mesa; lo tiene por maestro y escucha sus enseñanzas; pero el fariseo no ve en Él al Salvador. Jesús lo llama por su nombre, conoce sus pensamientos y le muestra las carencias de su afecto. El fariseo juzga por apariencias y no ve el corazón. Mientras no se abra a la misericordia y a la compasión, quedará al margen de la vida de gracia que Jesús trae. La mujer arrepentida supera la barrera del juicio de los hombres, corre al encuentro de Cristo, renuncia a las palabras y, con sus gestos, declara la fe de quien se sabe amada; busca el perdón en los pies del Salvador: los besa, los riega con sus lágrimas, los unge y los enjuga con sus cabellos. Hermosa lección: el arrepentimiento requiere gestos de humildad (besa los pies), de dolor cordial (derrama lágrimas), de servicio reparador (unge) y de ternura cercana (enjuga con los cabellos). En esos gestos está la disposición necesaria para recibir el amor grande que mucho perdona. Jesús se deja abrazar, protege del juicio temerario a la pecadora arrepentida, corrige con su enseñanza a quien juzga por apariencias y revela el secreto del perdón: a quien mucho ama, mucho se le perdona. El perdón es siempre un encuentro de dos amores: el amor de arrepentimiento que busca con lágrimas restaurar el daño cometido con el pecado; y el amor de la misericordia divina que sana la herida de la culpa, devuelve al corazón su capacidad para amar y pone en él la paz. De este encuentro nace el seguimiento incondicional y generoso, como el de las mujeres curadas que acompañan a Jesús y a los Doce, a quienes asisten con sus bienes. También ahí se descubren los gestos del perdón.
+ José Rico Pavés
obispo auxiliar de Getafe

sábado, 15 de junio de 2013

ALMA

Hoy es el gran día. Esta noche disfrutaremos del musical ALMA.
Anoche oramos con los componentes de ALMA en una vigilia dirigida a los jóvenes de nuestra Parroquia.
Esta mañana, los más pequeños tendrán talleres.
Que el Señor encuentre nuestros corazones muy abiertos a su acción en nosotros.

¡¡A disfrutar!!


viernes, 14 de junio de 2013

EL PODER DE LA ORACIÓN

Antonia Cabrera tuvo un derrame cerebral grave y pasó dos semanas en coma. Su pronóstico era morir, o en el mejor de los casos, quedar vegetal. Alguien puso una oración por ella en la red social MayFeelings. Miles de personas se pusieron entonces a rezar por ella. Un año después da «las gracias por todos los que han rezado por mí y su oración les cuento que no ha sido en vano, porque aquí estoy»


jueves, 13 de junio de 2013

¡¡NOS VAMOS A LOURDES!!

¿NO TE CONFORMAS?¿TE GUSTA IR MÁS ALLÁ? ¿TE GUSTAN LAS AVENTURAS? ¿VIVES TU FE SIN COMPLEJOS? 
Jóvenes de Orgaz, Yepes y de nuestra Parroquia, preparan peregrinación a Lourdes, con un itinerario espiritual hecho para tí.

Mira este vídeo: ¿a que mola?


miércoles, 12 de junio de 2013

#ALMAsonseca


Están a la venta las últimas entradas... ¡¡No te lo puedes perder!!


#ALMAsonseca 

A menos de una semana para que el musical ALMA llegue a Sonseca quisiera agradecer en nombre de toda esta familia que es ALMA, el trabajo que la Parroquia de Sonseca a través de multitud de personas está realizando, este trabajo que se realiza en la sombra y que se remonta demasiado tiempo atrás es el que realmente va a hacer posible que el próximo sábado 700 personas se emocionen, vibren y sientan con este espectáculo que con tanta ilusión y cariño traemos. 

Durante estos días, ALMA se ha ido metiendo en las vidas de los sonsecanos y ha despertado una gran curiosidad, a través de las pegadas de carteles, programas de radio y difusiones en las redes sociales, se  ha generado una cierta expectación que esperamos que se vean colmada y todos los asistentes salgan ilusionados por lo que han visto y vivido. 
Sin embargo, ALMA no es solamente las algo más de dos horas de actuación, si no que trata de ir más allá, por ello y para transmitir la alegría del cristiano, para hacer ver que es posible ser joven, católico y disfrutar de la vida; por ello tras la oración que va a tener lugar en la parroquia a las 22:30 y en la que los miembros de ALMA participaremos activamente, tendremos un concierto a las 00:00 donde sonarán multitud de canciones de actualidad y otras que quizás son de otro tiempo, pero que sin duda traemos con el mayor cariño y dedicación posible para tratar de pasar una velada lo más entrañable posible. 

Pero no solo hay actividades enfocadas a los más mayores como es este concierto,  ya que en la Plaza de la Virgen, el mismo día 15 a las 11:30 tendrán lugar unos talleres en los que los más pequeños de la casa son los protagonistas y podrán compartir así con los miembros del musical la misma mañana de la actuación. 
Tras la comida del sábado, llegará el momento central y más esperado del fin de semana, a las 22:00 horas se alzará el telón del Auditorio de la Casa de la Cultura (las puertas se abrirán a las 21:00) y mostraremos este mensaje de esperanza a todo el pueblo de Sonseca y a aquellos foráneos que nos consta que van a venir a acompañarnos. 
Deseamos que todos aquellos que vengan a ver ALMA disfruten de este espectáculo y si me aceptan un consejo, no vengan con ningún prejuicio sobre el musical, déjense sorprender y verán como no les deja indiferentes. 
Un afectuoso saludo  
Mario Gómez Gutiérrez 
Jóven de la Parroquia de Sonseca y Bailarín de ALMA 

martes, 11 de junio de 2013

DI(O)S-CAPACITADOS

Como Consiliario de una comunidad en la que discapacitados comparten la fe con su familia y amigos, el padre Rubén ha podido comprobar hasta qué punto es verdad que «Dios ha revelado los secretos del Reino a la gente sencilla». Fernando, Nuria, Agustinín, Diego, Carmen... quizá no puedan estudiar una ingeniería, pero tienen una capacidad mucho más importante: una fe profunda, confiada y alegre. Con su ejemplo, pueden enseñarnos a todos que «cuando uno es querido tal como es, las pobrezas dejan de ser un problema»

«Para Cristo, los más importantes son los más
necesitados, y además son un regalo» para todos
La primavera pasada, con 13 años, Agustinín hizo la Primera Comunión. Sufre parálisis cerebral, relacionada con unas crisis epilépticas que tuvo, a los pocos meses de nacer, prematuro y con sufrimiento fetal. «No articula palabra, tiene una deficiencia visual importante, y la parálisis ha afectado a su desarrollo intelectual -explica su padre, que también se llama Agustín-. Pero tiene lo que los médicos llaman inteligencia preservada, está conectado con el mundo, sabe lo que le gusta y lo que no, y tiene sentido del humor, siempre está sonriendo». Al consultar a los sacerdotes de su parroquia sobre la posibilidad de que hiciera la Comunión, les explicaron que el niño debía cumplir dos requisitos: ser consciente de la trascendencia del Sacramento, y no expulsar la Sagrada Forma de la boca.
Loco de contento por ir a Misa
Por eso, «hemos retrasado la Comunión hasta estar seguros» de que Agustinín entendía lo que iba a hacer. «Estuvimos preparándole bastante tiempo. Hacemos oración en familia y Dios está muy presente», pero quisieron hacer una catequesis, ex profeso, en casa. Con ayuda de un catecismo para niños y de vídeos religiosos, «le hemos explicado la Biblia y quién es Jesús: cómo nos quiere, cómo nos salvó, y que ha querido quedarse con nosotros para alimentarnos y darnos fuerza. Sabe lo que significa la Eucaristía, sabe que es algo muy importante. ¿Hasta qué punto? No lo sé -reconoce Agustín padre-, pero tampoco sé hasta qué punto lo entiendo yo».
Sí está convencido de que su hijo «vive la Eucaristía como algo especial. Ya antes, me acompañaba con frecuencia. Cuando le pregunto si se viene, se pone loco de contento; y si le damos a elegir, entre Misa y otra cosa, siempre escoge la Misa. Durante la celebración, le explico lo que va pasando. Antes le tenía en brazos todo el tiempo, y notaba, que durante la consagración, se ponía contento y se relajaba. Ahora, también le pasa después de comulgar». En cuanto al segundo requisito para hacer la comunión -no expulsar la Forma-, «controlamos mucho que trague el trocito que le damos. No lo ha echado nunca. Y, si hubiera querido, lo habría hecho», como hace con la comida que no le gusta.
Hay que ver cómo rezan

Agustinín, el día de su Primera Comunión
«Es una gozada» ver cómo las personas con discapacidad, después del discernimiento y la preparación necesarios, «acogen a Jesús con muchísima ilusión». Lo explica el padre Rubén, vicario de la parroquia de Santa María, de Majadahonda (Madrid). Desde septiembre pasado, don Rubén es Consiliario, en la parroquia, de la comunidad de Fe y luz, un Movimiento que integra a personas con distintos tipos de discapacidad intelectual. En estos meses, ha podido comprobar que «Dios ha revelado los secretos del Reino a la gente sencilla. Para ellos, el ámbito de Dios es muy importante. Hay que ver cómo se meten en la oración, juntando las manos y cerrando los ojos, y la alegría con la que viven la fe. Saben que entran en otro ámbito, en el que Dios está presente. No repiten las cosas por repetir, ni están distraídos. Valoran todo lo que tiene que ver con Dios, y quieren mucho la parroquia. A lo mejor no son capaces de explicar algo, pero lo expresan desde el corazón a través de cómo viven».
En esta parroquia, Fe y luz está formado por unas 40 personas. La mitad, aproximadamente, son discapacitados. El resto, padres y amigos, o colaboradores. No les gusta llamarsevoluntarios, porque el objetivo es, entre todos, formar una única comunidad. Se reúnen cada mes, una tarde de fin de semana, y los encuentros tienen cuatro pilares: oración, formación, merienda y fiesta. Nuria -miembro de la comunidad- explica que «cantamos mucho con mímica, que es una forma de rezar. También hacemos representaciones sobre Jesús, y damos gracias. En las Eucaristías, nos gusta compartir». José, responsable de esta comunidad, explica que, en esos momentos, «expresan realmente lo que sienten. A veces, alguno empieza a compartir una situación personal y otro se levanta, le da un abrazo y le dice: Tranquilo, no pasa nada. También me llegó muchísimo una chica que, en una acción de gracias, dijo: Señor, gracias por la vida que me has dado».
Son nuestro tesoro

Diego (segundo desde la derecha),
en Santiago de Compostela
Igual que las vivencias, se comparte la merienda: todos aportan algo de comer, y sus propios talentos. Carmen, que es muy fuerte, se encarga de llevar las bolsas y de sacar las cosas. Después, durante la fiesta, Marina enseña los bailes a los recién llegados. Aparte de estas reuniones, se organizan excursiones y peregrinaciones; por ejemplo, para participar en los encuentros internacionales de Fe y luz, en Lourdes. También es frecuente que los amigos, o las familias, inviten a miembros de la comunidad a otras actividades, como ir a las fiestas municipales, a una exposición... Como subraya Nuria, «somos una familia de verdad; lo dice una canción que cantamos. Transmitimos alegría y compartimos las tristezas. Fe y luz me da mucha alegría y calor, por estar con Dios y con todos».
Unas veces, la Eucaristía la celebra la comunidad sola, más adaptada a ellos; otras, se suman a la de la parroquia. «Queremos -explica el padre Rubén- que estén integrados en la vida parroquial con normalidad: participan en la Misa de los domingos, en los coros y en otros grupos. Una de las claves de esta parroquia es que cuidamos especialmente a la gente más desfavorecida, ya sea por edad, por enfermedad, por motivos económicos... Son nuestro tesoro».
Las tareas del monaguillo

Un grupo de Fe y luz en Lourdes
Fe y luz, y alguna comunidad con un carisma similar, aún no están muy extendidas en España. Muchas personas con discapacidad, sencillamente, se integran en la vida de su parroquia y movimiento, donde se intenta acogerlos como a uno más. Fernando tiene 15 años, y se confirmó el año pasado en su parroquia, Nuestra Señora del Buen Suceso, de Madrid. Pedro, su padre, es el sacristán, y ha enseñado al chico, que tiene síndrome de Down, a ser monaguillo. Fernando es de pocas palabras, pero sabe a la perfección todo lo que esta labor implica: «Encender las luces y las velas, poner y quitar la música, sacar las cestas, recoger el cáliz... Todos los jueves tenemos el Santísimo expuesto, y a veces lo incienso yo», o lleva el incienso al sacerdote. Sigue yendo a catequesis, con chicos de su edad y algo más pequeños. Además, «el año pasado me fui de campamento a Gredos, y otras veces vamos de convivencia». Con tanta actividad, no es de extrañar que ya lo conozcan todos los feligreses: «La gente me saluda y me pregunta qué tal, y los curas me gustan mucho porque me tratan muy bien. Tengo muchos amigos, y jugamos al pilla-pilla y al fútbol antes de catequesis».
Si soy así, es por algo
También Diego (23 años y madrileño) ha vivido siempre la fe en su familia. Con 10 años, empezó a ir a un club delOpus Dei, con algunos amigos. «Me gustó -recuerda- porque te transmiten muy bien la fe». Luego estuvo muchos años en la parroquia de San Jorge, donde se confirmó. Allí, «si tenía alguna duda o a veces no entendía algo, siempre me lo explicaban bien». El cariño de esta parroquia supuso un gran consuelo para él cuando, en Secundaria, sufrió acoso escolar por su discapacidad. Ahora va a un grupo de jóvenes a la iglesia de Santa María del Parque. También fue voluntario de la JMJ, y ha participado en varias peregrinaciones. Se lanza incluso a hacer apostolado: «Me cuesta hablarles de Dios y de lo que significa para mí a los amigos que no creen -reconoce-, pero intento transmitirlo lo mejor posible, explicarles que soy cristiano y que no me avergüenzo. Desde entonces, no me he preguntado mucho por qué soy diferente».
Por su experiencia, entre las personas con discapacidad los hay tanto creyentes como no creyentes. A los que tienen fe «quizá les cuesta expresarlo», pero cree que ésta les ayuda a vivir con su discapacidad. Al menos, es lo que le ocurrió a él: «De pequeño, yo pensaba que era normal. Con ocho años, mis padres me explicaron que no podría estudiar para ser ingeniero de montes, como mi padre, porque tenía una discapacidad intelectual. Me dolió mucho, no le veía sentido. Pero también me explicaron que El de Arriba nos ha hecho a cada uno de una forma, y si yo soy así es porque quizá es bueno para algo», como «ayudar a las personas a entender la discapacidad».
Signo de la nueva evangelización

Fernando, esperando al Papa, a su llegada
a Barajas para la JMJ Madrid 2011
Para el padre Rubén, la presencia de estas personas en las comunidades, y el nacimiento de carismas destinados específicamente a ellos, es «un signo de la nueva evangelización. Para ellos, mientras se sienten queridos, su discapacidad no es un problema». Esto demuestra que «nuestras pobrezas son un problema sólo cuando son un motivo para ser rechazados. Cuando uno es querido tal como es, y puede querer, las pobrezas dejan de ser un problema». Pobrezas que, ante Dios, todos tenemos. Por eso, lo que más destaca él de Fe y luz es «el ambiente de gratuidad en el amor, en el que a uno se le acoge y se le quiere tal como es».
Don Rubén añade otra forma en la que la discapacidad en la Iglesia es evangelizadora: «En nuestra sociedad, se valora al que tiene -dinero, capacidades...-, y a los desfavorecidos te los puedes quitar de en medio. El estilo del Evangelio es justamente lo contrario: para Cristo, los más importantes son los más necesitados, y además son un regalo para el resto». Ya lo dijo Benedicto XVI durante la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid. En su encuentro con jóvenes discapacitados en el Instituto San José, subrayó cómo su vida «suscita en nuestros corazones, frecuentemente endurecidos, una ternura que nos abre a la salvación. Queridos amigos: nuestra sociedad, en la que demasiado a menudo se pone en duda la dignidad inestimable de la vida, de cada vida, os necesita: vosotros contribuís decididamente a edificar la civilización del amor. Más aún, sois sus protagonistas».
María Martínez López
Rayos de luz
* «Rezo el Rosario en casa o con mis amigas; me sé todos los Misterios. También le cuento a Dios mis historias, mis problemas, y le pido para que no haya guerra en mi taller. Cuando un compañero se mete conmigo, voy a la capilla. También le doy gracias por todo lo que tengo: por mis dos sobrinos, a los que veo cada día, y porque me dejan su gato» (Carmen).
* «En catequesis, lo que más me gusta es rezar, antes de la reunión. El sacerdote saluda, y luego todos juntos rezamos un Padrenuestro, una Salve, un Avemaría... Y todos los días, por la noche, rezo con mi madre y pido a Dios que me vaya bien en el colegio. Es muy importante rezar» (Fernando).
* «Cuando canto, siento que hablo con Dios, y le doy gracias porque estoy bien» (Marina).
* «En mi centro, cada día hacemos examen de conciencia, para ver si hemos compartido, si hemos hablado con las compañeras, y pedimos perdón a Dios para hacerlo mejor al día siguiente, porque Jesús murió para salvarnos. Me gusta confesarme, porque cuando me absuelven los pecados me siento más ligera y se derrama el Espíritu Santo»(Nuria).
* «Cuando velamos al Santísimo, estamos cara a cara con Dios. También la consagración; por eso es el momento que más me gusta de la Misa» (Diego).
* «En casa, siempre rezo por mi padre, mi padrino y mi abuela, que fallecieron. Doy gracias porque, cuando estuve con ellos, me sentía a gusto, y les pregunto cómo están en el cielo» (Isabel).
Publicado en Alfa y Omega(