sábado, 31 de julio de 2010

ACCIÓN DE GRACIAS


Inmediatamente, sí, pero también después, concluida la Misa. En la iglesia y de camino al trabajo o a casa o a lo que fuere. Estar pendiente de Dios en lo que queda de día. O de vida. Quedarse con Él, no tener prisa. Quedarse, enamorarse un poco más del querer divino, y de ese sacrificio de la Cruz en el altar de nuestra alma. Son momentos importantes. Confidencias, diálogo; confianza, descanso en el Amor crucificado. Por favor, quedarse un poco. Dios nos espera en nosotros; Dios espera que por fin le entreguemos la vida. Todo. Sin guardarnos nada. Compartir con Él ilusiones, proyectos. Y miserias. Y la familia. Quedarse en el templo o en esa capilla. Quedarse en el tiempo para vislumbrar lo eterno. Es que tengo que ir a… Es que llego tarde a… Por Dios, quedarse. Adentrarse en tu vida y en mi vida: adentrarse en Su Vida. Preguntarle y escuchar Su parecer. Abandonarse en Su voluntad, que es la única forma posible de acertar y de ser feliz con garantías. Dejarle el corazón. Dejárselo allí, en el sagrario, para que Le acompañe, y luego salir a la calle con el Suyo en el pecho.¿Qué prisa tenemos? ¿Tan corto es nuestro amor que no es capaz de estar ni cinco o diez minutos más con Cristo? O puede que… Vaya, los hijos. Papá, ¿ya? Venga papá, cuando quieras. Te esperamos fuera. ¡Hijos míos! ¿Fuera de dónde? Lo nuestro es quedarnos dentro. Dentro de Dios. Aprovechadlo. Acompañadlo. Poneros en situación. ¡Qué pocos se quedaron en el Calvario! Y esa especie de terremoto que es en ocasiones la vida nos distrae, o nos vamos corriendo cuesta abajo. ¿Hacia dónde? Es que hace calor aquí; es que tengo que hacer unas compras; es que… Al final, al pie de la Cruz -de la primera Misa-, no hay mucha gente esa es la verdad. Huye la mayoría. Se precipita por las calles. Aquella fue la primera acción de gracias de la Historia de la Salvación. Y por eso me gusta imaginar a la Virgen sentada a mi lado, en el banco. O arrodillada (si es que los sacerdotes no han quitado los reclinatorios). ¿Cómo serían sus acciones de gracias después de comulgar el Cuerpo de su Hijo de las manos de Juan, o de Pedro, o de Santiago? No creo que saliera corriendo, o que su cabeza estuviera en lo que iba a hacer para comer ese día, o parecido.La supongo metida de lleno en la realidad sobrenatural y física de estar de nuevo junto a Jesús, en el sacramento. Los dos. Mano a mano. Alma con alma. En un intercambio de amor ininterrumpido, sin distracciones. O los tres. Ellos -Madre e Hijo- y yo. O tú, lector. Hay que buscarse medios para no perder el latido del corazón de Cristo, el fluir de Su Sangre liberadora, y salir del atolladero de tantos y tantos aturdimientos. Quizá unas notas, o un libro que nos sugiera. O esas oraciones de los santos (“Toma Señor, y recibe toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y mi poseer. (…) Dame tu amor y tu gracia, que ésta me basta”, o mejor esta otra: “(…) el rostro recliné sobre el Amado, / cesó todo y dejéme, / dejando mi cuidado / entre las azucenas olvidado”), o pedirle al Ángel Custodio que nos provea de algún pensamiento acertado, o de algún propósito concreto de mejora, que falta nos hace. Que falta me hace. O quizá sólo haga falta, eso, quedarse, el sólo hecho de quedarse; de querer quedarse, a pesar de omisiones y despistes. Quedarse con Dios. Un rato y toda la vida. Enamorarse. Refugiarse en ese poco -¿poco?- de Cielo en la tierra. Me viene lo de Quevedo: “Polvo serán, más polvo enamorado”. Polvo seremos, más polvo resucitado.Aunque el amor sea exiguo apetece quedarse unos momentos con Dios, en esa intimidad única y exclusiva. En silencio. Dejadme quedarme con Él, quedémonos todos. Si hay amor no costará y todo nos parecerá insuficiente. Y la Misa se dilatará por los recovecos de nuestra existencia y de la Historia, y nos cambiará por entero. Podemos empezar por esos pocos minutos de acción de gracias después de comulgar a Dios. Sin escatimar el tiempo, sin derrochar lo eterno. Es poco, pero es todo. Es amor.

Guillermo Urbizo en ReL

viernes, 30 de julio de 2010

SOR MEENA

Monseñor John Barwa, obispo de Rourkela y tío de la víctima, la ha acompañado y sostenido en los días del proceso contra los extremistas hindúes que la violaron, e hizo estas declaraciones a AsiaNews.

Sor Meena Barwa, de la orden religiosa de las Servidoras, desarrollaba su misión en el centro pastoral Divyajyoti en KNuagaon, en el distrito de Kandhamal, junto a un sacerdote, el padre Thomas Chellan. La religiosa nació en el distrito de Sambalpur e hizo los votos perpetuos el pasado abril.

El 25 de agosto de 2008, junto al sacerdote con el que trabajaba en el centro, fue agarrada, golpeada, desnudada y obligada a pasearse por la aldea. En un cierto momento, los fundamentalistas querían incluso quemarla viva junto al sacerdote. En cambio, la violaron. Sólo al final, en la noche, mientras seguían siendo injuriados y maltratados, fueron liberados por la policía.

El caso ha llegado al tribunal del juez Bira Kishore Mishra. La comunidad cristiana acusa a las autoridades locales de connivencia con los extremistas, y el proceso de sor Meena es visto como la justa oportunidad para demostrar el deseo de justicia de la población.

La religiosa, añade el obispo, «crece y se refuerza diariamente, nutrida por la adoración eucarística, por la misa y el rosario. Ciertamente, hay raros momentos en los que cede a un sentimiento de opresión, cansancio y dolor; pero gracias a la oración de toda la Iglesia tribal, se hace fuerte y supera estas crisis».

El 23 de julio pasado, fue su cumpleaños: «Es cinco veces más valiente y me anima en mi misión episcopal. Sor Meena está realizando los estudios de su carrera académica, asiste normalmente a la universidad (donde nadie sabe quién es) y viaja normalmente en transporte público».

Esto causa preocupación por su seguridad: «Para mí, para nuestra gente y para la Iglesia de Orissa, ella es el testimonio de la victoria de la Luz sobre la oscuridad».

Cierto, añade, «todos aquellos que se cubren de oscuridad no quieren que la luz y la verdad pued an vencer. Por eso estoy preocupado, y por eso debemos defenderla, sin desvelar dónde se encuentra, para preservar su luz».

El testimonio de la religiosa deriva también de sus orígenes familiares tribales. Como explica el obispo, «venimos de una familia rural: mi casa estaba en la jungla. Y justo de esta familia muy corriente, Dios ha elegido a sor Meena para ser su instrumento. La fuerza, el valor y el testimonio de la religiosa me animan a trabajar y servir a la Iglesia, aunque a veces me siento triste y siento dolor. Nosotros debemos todo a los misioneros: nos han sacado de la jungla y ayudado a descubrir lo divino. Dios tiene un plan para sor Meena y nada puede detener el avance de su proyecto».

Por lo que respecta a la cercanía del proceso, monseñor Barwa explica: «He pedido directamente a sor Meena si se sentía asustada o con ira, pero me respondió que no. Busca justicia no sólo para sí sino también para nuestro pueblo; pero no tiene ira».

«Por lo que se refiere a la identificación de los culpables, me ha dicho que es Dios quien la ilumina y que el Espíritu Santo le da fuerza para afrontar este momento. La última vez que nos encontramos antes de un momento semejante, junto a su superiora, celebramos una Eucaristía maravillosa: más de tres horas de oración con la Palabra de Dios y la eucaristía sanadora. Un don de gracia y paz para todos nosotros», añade.

Fuente: Religión en Libertad

miércoles, 28 de julio de 2010

¿QUIERES VER UNA BUENA PELÍCULA?

Se trata de "Diálogo de Carmelitas" y puedes verla de principio a fin aquí.

Una hermana carmelita, sor Isabel Bautista, monja en el monasterio de Compiégne (Francia), tuvo una vez un sueño en el que, según dijo, se le habían aparecido todas las religiosas de su convento, en el cielo, cubiertas de resplandeciente manto blanco y sosteniendo en las manos una palma, símbolo o señal con que tradicionalmente la Iglesia indica la gloria del martirio.Un siglo más tarde aquella visión iba a concretarse en realidad. Y posteriormente un decreto de la Iglesia de Roma declaraba mártires con todos los honores de veneración a dieciséis carmelitas del monasterio de Compiégne que habían dado la vida por su fe.El sueño de sor Isabel Bautista se había cumplido.

La película está basada en la novela de Bernanos.

ADORACIÓN PERPETUA DEL SANTÍSMO

A través de esta cámara web, puedes hacer adoración desde tu PC.


Watch live video from Marytown on Justin.tv

martes, 27 de julio de 2010

TESTIMONIO MISIONERO


Cuatro maristas españoles, asesinados en 1996 en Zaire, al no querer abandonar su labor
Acudieron a la llamada cuando los demás se iban
Acudieron a una llamada de auxilio: hacían falta maristas voluntarios para hacerse cargo de una misión con refugiados ruandeses que se estaba quedando vacía. Sólo unos meses después, cuando la situación empeoró, se mantuvieron firmes. Y les costó la vida
Dos años después del genocidio de Ruanda y Burundi, en 1996, los cuatro maristas españoles de la misión de Bugobe, en la zona de Zaire (desde 1997, República Democrática del Congo) limítrofe con esos países, fueron asesinados por milicianos hutu y arrojados a un pozo. De ello informó, en su día, Alfa y Omega. Eran parte de los nueve misioneros y cooperantes españoles en cuyos asesinatos, entre 1994 y 2000, están presuntamente implicados altos cargos del Gobierno del Presidente ruandés Paul Kagame, cuya visita a España causó polémica la semana pasada. La guerra de los Grandes Lagos perdura aún en algunas regiones del Congo, impulsada por grandes intereses económicos, en los que la ONU ha constatado la intervención de multinacionales. El Hermano José Martín Descarga, que vivía en la cercana misión de Nyangezi, explica que los hermanos Servando Mayor, Miguel Ángel Isla, Fernando de la Fuente y Julio Rodríguez llevaban menos de dos años allí. Servando, de hecho, nunca había estado en misiones, hasta que se ofreció para ésta. Los otros se trasladaron desde otros destinos, para suplir a los maristas ruandeses que, ante las amenazas de repatriaciones forzadas del Gobierno zaireño, «se sintieron inseguros» y «salieron de Zaire».Estos religiosos ruandeses habían fundado la misión de Bugobe en 1994, para «quedarse cerca de su pueblo sufriente y trabajar con los jóvenes refugiados» del campo de Nyamirangwe, uno de los muchos que habían llenado la zona fronteriza. Los españoles acudieron a la llamada del Superior General de la congregación para que, al marcharse esos maristas, no se perdiera «una bonita obra, en línea directa con nuestra vocación, educar a los más necesitados».Eran casi recién llegados, pero «está claro -afirma el hermano Descarga- que estos cuatro hermanos se identificaron con los refugiados. Su vida, su familia estaba en el campo de refugiados. Los tenían que ayudar, educar, animar...» Cuando, en septiembre de 1996, surgieron nuevos enfrentamientos entre rebeldes banyamulenge (los tutsis de las montañas), y el ejército congoleño junto a milicias hutu ruandesas, decidieron quedarse. «No querían ser como las ONG, que se ausentan porque llueve o por una noticia alarmista. Esos días, el dispensario quedaba cerrado y la distribución de alimentos no se hacía».
Que el avión traiga medicinas
Abandonados a su suerte, los refugiados, a los que se habían sumado miles más, huían desorientados sólo para acabar volviendo. A finales de octubre, el Hermano Servando hizo un llamamiento desesperado en COPE: «Hemos renunciado a irnos y pedimos que manden ese avión [destinado a evacuarles] con medicinas». También denunciaba que, más allá de los enfrentamientos, «alguien quiere perseguir [a los refugiados], incluso eliminarlos» en masa. La causa de su muerte no se ha esclarecido, pero una hipótesis es que la provocó esta llamada. El 31 de octubre -prosigue-, varios «hombres armados, vestidos de militares ruandeses o de milicianos» que habían aparecido por la zona, pusieron barreras a la misión, en teoría para protegerlos. Los asesinaron esa misma noche, pero la noticia sólo se confirmó varios días después. Tras ser sacados del pozo con la ayuda de la población local y de postulantes de los misioneros javerianos, fueron enterrados envueltos en los mismos plásticos con las que los refugiados construyen sus tiendas.
María Martínez López
Mi hijo, fruto de una violación, era inocente
Como en otras guerras, en la de Ruanda, además del asesinato en masa, también se utilizó la violación como arma. Se estima que, de esas violaciones, nacieron unos 20.000 niños que, hoy, rondan los 16 años. La BBC ha elaborado un reportaje sobre ellos, con los conmovedores testimonios de dos madres. Una de ellas, Anastasie Kayirangwa, fue violada en grupo, en tres ocasiones distintas, y tuvo que huir de su aldea. A pesar de todo, «no ha habido un solo momento -afirmó, rotunda- en el que no quisiera» a su hija Diane, concebida y nacida en esa horrible situación, y a la que ha criado sola: la violación es un estigma que la ha alejado de su familia y le ha impedido encontrar marido. «No me trae -añadió- recuerdos de 1994. En vez de en eso, pienso en qué comerá y en su educación». La educación de su hijo también es uno de los objetivos prioritarios de otra madre coraje anónima que habló en la BBC. A ella le costó más aceptar a su hijo, al que se sintió tentada de tirar a la letrina del campo de refugiados donde dio a luz: «No le veía como mi hijo. En él veía la imagen de lanzas, machetes, cosas muy malas. Le veía como el hijo de un asesino. Pero, por supuesto, él era inocente. Encontré a otras mujeres que tenían problemas similares. Así que he cambiado; ahora mi hijo ve que estamos unidos».

domingo, 25 de julio de 2010

SOLEMNIDAD DE SANTIAGO APOSTOL, PATRÓN DE ESPAÑA


Hoy en nuestra Casa, en nuestra Parroquia nos han comunicado que D. David Sánchez nos deja. Marcha, siguiendo el mandato de nuestro Arzobispo, a estudiar a Roma. Han sido dos años de entrega a nuestra Parroquia, a sus niños, adolescentes, jóvenes, matrimonios, enfermos; dos años también de formación en el Convictorio Diocesano.
Le encomendamos en nuestra oración, ahora que se encuentra en el campamento de Anaz (Cantabria), con un grupo de adolescentes de nuestra Parroquia y elevamos nuestra acción de gracias a Dios, que nos ha permitido tenerle entre nosotros durante estos dos años.

No así entre vosotros
Nadie podrá decir que la Palabra de Dios ha perdido actualidad, o que no responde a los problemas de los hombres y mujeres de esta época. El texto del Evangelio que la Iglesia propone para la fiesta de Santiago, no sólo responde, sino que ofrece pistas claras: lo primero que quiere conocer el Señor es si somos capaces de aceptar la cruz y de seguirle, pero de verdad, como lo explica san Pablo: «Cristo os ha amado y se ha ofrecido por vosotros, ofreciéndose a Dios como sacrificio. Haceos, pues, imitadores de Dios, caminad en la caridad». Ya podréis observar que, cuando se habla de cruz, de servicio, está aparejado necesariamente el amor, un amor humilde y con carácter de servicio. «El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos», escuchamos en el Evangelio. Cuando Jesús lava los pies a los Apóstoles, les dice: «Os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros» (Jn 13, 15). El Señor les ha denunciado la formas que tiene el mundo de actuar, entre opresiones y tiranías; pero entre nosotros, en la Iglesia, las cosas son diferentes: «El que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor; y el que quiera ser el primero entre vosotros, será el esclavo de todos». ¿Está claro? Por esta razón, me parece genial que el Santo Padre, Benedicto XVI, haya vuelto a rechazar la tentación de hacer carrera y el afán de poder dentro de la Iglesia, que no es éste un tema secundario (miércoles, 3 de febrero de 2010). Pero fue bello cuando abrió los espacios a la esperanza y nos recordó el camino: «Es Cristo -apuntó- el bien más precioso que los hombres y las mujeres de todo tiempo y de todo lugar tienen el derecho de conocer y de amar. Es consolador ver cómo, también en la Iglesia de hoy, son tantos los pastores y fieles laicos que, con alegría, gastan su vida por este ideal supremo».


No debemos cometer el error de los hijos del Zebedeo, al buscar privilegios especiales. Es de sabiduría popular, y habría que grabarla en lo hondo de nuestra espiritualidad, que desear una obra buena es bueno, pero desear el honor no está en consonancia con el Reino. El podemos de los Hijos del trueno fue fruto de la ignorancia ante lo que les esperaba. El Señor, de un plumazo, descalificó la envidia de los diez discípulos molestos y la arrogancia de Santiago y Juan. Venga, tomemos nota y no descuidemos nuestra esencia: que nos empuje a todos el ser fervientes en la oración, valientes en vivir la fe, profundamente enamorados de Jesucristo…, y pidamos a Dios que enriquezca siempre a la Iglesia con auténticos predicadores del Evangelio.


+ José Manuel Lorca Planes
obispo de Cartagena y A.A. de Teruel y Albarracín

sábado, 24 de julio de 2010

CARTA DE STO TOMÁS MORO A SU HIJA MARGARITA


Thomas More, conocido por la castellanización de su nombre como Tomás Moro y en latín como Thomas Morus (Londres, 7 de febrero de 1478 - Londres, 6 de julio de 1535) fue un pensador, teólogo, político , humanista y escritor inglés, que fue además poeta, traductor y abogado. Su obra más famosa es Utopía, donde busca relatar la organización de una sociedad ideal.
En
1535 fue enjuiciado por orden del rey Enrique VIII acusado de alta traición por no prestar el juramento antipapista frente al surgimiento de la Iglesia Anglicana ni aceptar el Acta de Supremacía. Fue declarado culpable y recibió condena. Permaneció en prisión hasta ser decapitado el 6 de julio de ese mismo año. En 1935 fue canonizado por la iglesia católica, quien lo considera un santo y un mártir. Estando encarcelado, escribió esta carta a su hija Margarita que es un testimonio vivo de fe y confianza en Dios.



"Me pongo totalmente en manos de Dios con absoluta esperanza y confianzaDe una carta de santo Tomás Moro, escrita en la cárcel a su hija Margarita
Aunque estoy bien convencido, mi querida Margarita, de que la maldad de mi vida pasada es tal que merecería que Dios me abandonase del todo, ni por un momento dejaré de confiar en su inmensa bondad. Hasta ahora, su gracia santísima me ha dado fuerzas para postergarlo todo: las riquezas, las ganancias y la misma vida, antes que prestar juramento en contra de mi conciencia; hasta ahora, ha inspirado al mismo rey la suficiente benignidad para que no pasara de privarme de la libertad (y, por cierto, que con esto solo su majestad me ha hecho un favor más grande, por el provecho espiritual que de ello espero sacar para mi alma, que con todos aquellos honores y bienes de que antes me había colmado). Por esto, espero confiadamente que la misma gracia divina continuará favoreciéndome, no permitiendo que el rey vaya más allá, o bien dándome la fuerza necesaria para sufrir lo que sea con paciencia, con fortaleza y de buen grado.
Esta mi paciencia, unida a los méritos de la dolorosísima pasión del Señor (infinitamente superior en todos los aspectos a todo lo que yo pueda sufrir), mitigará la pena que tenga que sufrir en el purgatorio y, gracias a su divina bondad, me conseguirá más tarde un aumento premio en el cielo.
No quiero, mi querida Margarita, desconfiar de la bondad de Dios, por más débil y frágil que me sienta. Más aún, si a causa del terror y el espanto viera que estoy ya a punto de ceder, me acordaré de san Pedro, cuando, por su poca fe, empezaba a hundirse por un solo golpe viento, y haré lo que él hizo. Gritaré a Cristo: Señor, sálvame. Espero que entonces él, tendiéndome la mano, me sujetará y no dejará que me hunda.
Y, si permitiera que mi semejanza con Pedro fuera aún más allá, de tal modo que llegara a la caída total y a jurar y perjurar (lo que Dios, por su misericordia, aparte lejos de mí, y haga que una tal caída redunde más bien en perjuicio que en provecho mío), aun en este caso espero que el Señor me dirija, como a Pedro, una mirada llena de misericordia y me levante de nuevo, para que vuelva a salir en defensa de la verdad y descargue así mi conciencia, y soporte con fortaleza el castigo y la vergüenza de mi anterior negación.
Finalmente, mi querida Margarita, de lo que estoy cierto es de que Dios no me abandonará sin culpa mía. Por esto, me pongo totalmente en manos de Dios con absoluta esperanza y confianza. Si a causa de mis pecados permite mi perdición, por lo menos su justicia será alabada a causa de mi persona. Espero, sin embargo, y lo espero con toda certeza, que su bondad clementísima guardará fielmente mi alma y hará que sea su misericordia, más que su justicia, lo que se ponga en mí de relieve.
Ten, pues, buen ánimo, hija mía, y no te preocupes por mí, sea lo que sea que me pase en este mundo. Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que él quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad lo mejor."

viernes, 23 de julio de 2010

UN PEREGRINO QUE LLEGÓ A SANTO

San Rafael Arnáiz:
Un peregrino que llegó a santo
Los monjes cistercienses de Oseira (Orense) reciben en este Año Santo a más peregrinos que nunca. El Hermano Damián explica que les atrae el ambiente de paz y oración que encuentran en el monasterio. Eso mismo le ocurrió, hace 80 años, a un joven a quien conoció. Un solo día en la Trapa cambió para siempre la vida de san Rafael Arnáiz
El santo antes de ingresar en el monasterio de la Trapa
En este Año jacobeo, el 119 de la Historia, la aglomeración de peregrinos en Santiago va a superar con creces a todos los anteriores. A los monjes de Oseira nos alegra constatar que el peregrinaje se va incrementando cada vez más. En el transcurso del año, peregrinos no sólo españoles pasan por nuestro monasterio. Se ve que les agrada disfrutar del ambiente de paz y alabanza que se respiran en Oseira. Constituye una satisfacción grande para nosotros comprobar este fervor, frente a la increencia que tratan de imponer los gobernantes de turno que estamos soportando y que vacía las almas, los corazones y hasta las cajas de caudales. Ya lo dijo mi querido compañero fray María Rafael Arnáiz Barón, cuando era uno de tantos en la Trapa en 1934: Cuanto más se le destierre a Dios de la sociedad, habrá más miseria. ¡Lo estamos palpando!
¿Quién era Rafael?
Un joven nacido en Burgos en 1911, en una familia bien situada, que se trasladó a Oviedo en 1922. Formado en colegios de la Compañía de Jesús, al terminar el Bachillerato, optó por la carrera de Arquitectura, que inició en Madrid en 1932. Poco antes, su tío don Leopoldo, Duque de Maqueda, acababa de traducir un libro del francés, Del Campo de batalla, a la Trapa. Trata de un capitán francés condecorado por su bravura que renunció a sus condecoraciones para ingresar como hermano lego en la Trapa de Chambarand. El Duque pidió a su sobrino Rafael que le hiciera una portada, y le salió bordada. La lectura le causó a Rafael tal impacto, que le entraron deseos de peregrinar a la Trapa de San Isidro de Dueñas (Palencia), cosa que hizo en otoño de 1930.Le cuenta a su tío, el 11 de octubre de 1930: «Lo que vi y pasé en la Trapa, las impresiones que tuve en ese santo monasterio, no se pueden, o por lo menos yo no sé explicarlas, y solamente Dios lo sabe… Empecé a ver y a sentir una íntima vergüenza de mí mismo cuando, al entrar a saludar al Señor en la iglesia, vi a los monjes cantar el coro, vi aquel altar con aquella Virgen, vi el respeto que tienen en la iglesia los monjes y, sobre todo, oí una Salve que Dios sabe lo que yo sentí… Yo no sabía rezar. A las once de la noche me levanté, me vestí y bajé a la iglesia creyendo que eran las dos de la mañana: después, a las cuatro, me dijo la Misa el padre Armando, a la cual ayudé; vi, claro está, todo el convento, al padre abad. A las ocho pasaba un automóvil para ir a la estación, y Dios, que es tan bueno, quiso que lo perdiera, y me tuve que quedar toda la mañana hasta las dos de la tarde; entonces, me fui al campo, vi a los monjes con sus grandes sombreros trabajando al sol. Si vieras qué pequeños parecen en esas llanuras tan grandes con tanto cielo y, sin embargo, a los ojos de Dios debe ser otra cosa, y no creas que yo al verlos y admirarlos sentí envidia, no, pues tú me has enseñado una cosa muy importante y que te he oído decir muchas veces, que a Dios se va de muchos caminos y de muy distinto modo, unos volando, otros andando, y otros, la mayor parte, a tropezones, y como así lo quiere Dios, así lo quiero yo...»
Tapiz de la canonización de san Rafael Arnáiz
«De ese día me acordaré toda la vida, y en los ratos que tengo de desfallecimiento me acuerdo de mis hermanos, de su monasterio y de sus costumbres, y me animo mucho. Cuando llegué a la estación, el trato de los hombres, después de haber estado con unos ángeles, me produjo cierta repugnancia, te hablo con toda franqueza, y al ver llegar al tren con su imponencia soberbia, tuve deseos de tirar las maletas y volverme a la Trapa».
Los frutos
Dos años más tarde de esa peregrinación a la Trapa, escribe Rafael: «Hace dos años se detuvo en esta abadía un joven mundano, llena la cabeza de… Bueno, no sé lo que aquel hombre tenía en la cabeza. Pasó unos días hospedado entre estos buenos monjes, y como era un enamorado de la música, del color y de todo lo que en sí lleva algo de arte, se impresionó vivamente al escuchar la salmodia en el coro… Se emocionó del silencio de estos hombres, que, lejos del mundo, viven una vida santa, y gozó lo indecible al ver en los campos, vestidos de primavera y llenos de frutas y flores, trabajar a unos hombres vestidos de blanco que, con el sudor de su frente y los callos de sus manos, se ayudan para mantener su cuerpo mientras les dura el destierro y, al mismo tiempo, trabajan para ganar el descanso en la verdadera patria. Cuando aquel joven del mundo vio lo que vio, su alma sufrió un cambio, y quizá el Señor Dios de los trapenses se valió de la impresión de sus sentidos para hacerle pensar. Y el joven pensó... Hoy es un trapense más en el coro, un trabajador más en el campo y un hombre que, queriendo olvidar el mundo, busca el silencio con las criaturas y la paz con Dios. ¡Qué grande es la misericordia del Señor!»
Fray Damián Yáñez
Alfa y Omega

jueves, 22 de julio de 2010

DE NIÑO SOLDADO A SACERDOTE DE JESUCRISTO

Esteban tenía 16 años de edad cuando los feroces guerrilleros del Ejército de Resistencia del Señor (LRA) asaltaron el 11 de mayo de 2003 el seminario menor de la archidiócesis de Gulu, en el norte de Uganda, y lo secuestraron a él y a otros cuarenta seminaristas. La pesadilla que vivió en cautiverio no destruyó su vocación y ahora se prepara para ser ordenado sacerdote.

Según una crónica de Eva-Maria Kolmann de Ayuda a la Iglesia Necesitada, los rebeldes se los llevaron a los seminaristas para convertirlos en soldados. Muchos fueron asesinados y doce siguen desaparecidos.

Esteban narró su historia a los representantes de la asociación católica internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), que hace poco hicieron un viaje a Uganda.

«Durante dos meses, los asesinatos, las violaciones y las torturas formaron parte de su vida cotidiana. Los rebeldes también querían enseñarle a él a matar, y más por ser seminarista. A algunos de sus compañeros los mataron delante de él a golpes y culatazos; otros fueron despedazados con machetes porque tenían los pies destrozados tras las largas marchas y ya no podían andar. Él, en cambio, tuvo suerte en la desgracia, porque pudo huir antes de que lo obligaran a matar», informa AIN.

El secuestro
Los ojos de Esteban aún reflejan un gran pesar cuando recuerda lo vivido. «Los rebeldes llegaron veinte minutos pasada la medianoche; eran unos veinte. Algunos rodearon el seminario menor y los demás se dirigieron directamente al dormitorio de los alumnos de 16 años. Como no lograron forzar la puerta, uno de ellos entró por la ventana y abrió desde dentro. Uno de los seminaristas había cortado la luz para obstaculizar a los rebeldes, pero éstos llevaban antorchas».

Los dos soldados que el Gobierno había puesto a disposición del seminario para velar por su seguridad huyeron nada más aparecer los rebeldes. «Nos habían abandonado y no había nadie que nos protegiera», explica Esteban. Además de los seminaristas, había en el terreno del seminario entre mil y dos mil personas, principalmente mujeres y niños, que se habían refugiado ahí para pasar la noche. Un rebelde mató de un tiro y delante de la madre a un niño de unos siete años, nos dice el joven con semblante impávido.

Los rebeldes maniataron a los seminaristas, saquearon todo y obligaron a los adolescentes marchar por horas. A la mañana siguiente los separaron en pequeños grupos y comenzaron a adoctrinarlos bajo la amenaza de ser ejecutados si intentaban huir.

La fe de Esteban lo mantuvo fuerte y firme. «He visto cosas que jamás hubiera pensado que tendría que contemplar algún día. Un hombre no es capaz de escapar de todo aquello, pero Dios obra milagros. A mí sólo me quedaba rezar: ésa era mi única esperanza. Como no podíamos rezar juntos, lo hacía solo. En cada una de las largas marchas rezaba el Rosario contando con los dedos, porque no tenía un rosario. La oración era todo lo que tenía. Habrá personas que no han experimentado a Dios, pero yo sí he tenido esa experiencia», recuerda.

Casi dos meses después de su secuestro, las fuerzas gubernamentales atacaron a los rebeldes, y en ese momento, entre bombas y fuego de metralla, Esteban logró huir y después de varios días de caminar sin rumbo llegó a un colegio abandonado donde encontró un soldado del Ejército ugandés.

La familia de Esteban ya lo había dado por muerto. «Habían pedido a un sacerdote que celebrara una misa funeraria por mí», recuerda Esteban. Sus padres y seis hermanos no querían que Esteban regresara al seminario, pero Estaban sabía que ése era su lugar.

Desde 1988 más de 30.000 niños y adolescentes han sido secuestrados por los rebeldes. A los varones los convierten en soldados y a las niñas, en esclavas sexuales. Los niños son cruelmente violados, sometidos con drogas, obligados a matar, torturados, castigados brutalmente a la más mínima y muchos asesinados sin miramientos.

Algunos no se atreven a regresar con sus familias, porque se avergüenzan de las atrocidades que les obligaron a hacer. A menudo, los rebeldes obligaban a los niños y jóvenes secuestrados a asesinar a personas de sus propios poblados o incluso a sus padres y hermanos, para que el retorno fuera imposible.

La esperanza

Según informa AIN, «la Iglesia Católica ayuda a estos niños. Así, por ejemplo, la radio católica de la diócesis de Lira ha creado un programa especial que permite a los parientes de estos niños enviarles mensajes de amor animándolos a regresar. También los niños soldados que han regresado animan a sus camaradas a retornar diciéndoles que no tengan miedo. A los rebeldes esta iniciativa no les gustó nada, por lo que prendieron fuego a la emisora. No obstante, la antena retransmisora no se quemó y Radio Wa (Wa significa «nuestra radio») sigue emitiendo con el apoyo de Ayuda a la Iglesia Necesitada una programación que contribuye a la paz y la reconciliación en Uganda».

«Cada uno de los niños secuestrados y maltratados por el LRA tiene un rostro y un nombre. Esteban, que compartió el sufrimiento de estos niños, quiere contribuir como sacerdote a la curación de sus heridas y a traer la paz a un país donde los niños han sido utilizados como armas. Quiere llevar el mensaje de amor de Dios a aquellos que ya de niños se olvidaron de que tienen un rostro y un nombre. Y él puede enseñarles que Dios obra milagros, porque él mismo lo ha vivido», sostiene AIN.

Fuente ReL

miércoles, 21 de julio de 2010

S. BERNARDO COMENTA EL CANTAR DE LOS CANTARES


El amor basta por sí solo, satisface por sí solo y por causa de sí. Su mérito y su premio se identifican con él mismo. El amor no requiere otro motivo fuera de él mismo, ni tampoco ningún provecho; su fruto consiste en su misma práctica.

Amo porque amo, amo por amar.

Gran cosa es el amor, con tal de que recurra a su principio y origen, con tal de que vuelva siempre a su fuente y sea una continua emanación de la misma. Entre todas las mociones, sentimientos y afectos del alma, el amor es lo único con que la criatura puede corresponder a su Creador, aunque en un grado muy inferior, lo único con que puede restituirle algo semejante a lo que él le da.

En efecto, cuando Dios ama, lo único que quiere es ser amado: si él ama, es para que nosotros lo amemos a él, sabiendo que el amor mismo hace felices a los que se aman entre sí.El amor del Esposo, mejor dicho, el Esposo que es amor, sólo quiere a cambio amor y fidelidad. No se resista, pues, la amada en corresponder a su amor. ¿Puede la esposa dejar de amar, tratándose además de la esposa del Amor en persona? ¿Puede no ser amado el que es el Amor por esencia?Con razón renuncia a cualquier otro afecto y se entrega de un modo total y exclusivo al amor el alma consciente de que la manera de responder al amor es amar ella a su vez. Porque, aunque se vuelque toda ella en el amor, ¿qué es ello en comparación con el manantial perenne de este amor? No manan con la misma abundancia el que ama y el que es el Amor por esencia, el alma y el Verbo, la esposa y el Esposo, el Creador y la criatura; hay la misma disparidad entre ellos que entre el sediento y la fuente.

Según esto, ¿no tendrá ningún valor ni eficacia el deseo nupcial, el anhelo del que suspira, el ardor del que ama, la seguridad del que confía, por el hecho de que no puede correr a la par con un gigante, de que no puede competir en dulzura con la miel, en mansedumbre con el cordero, en blancura con el lirio, en claridad con el sol, en amor con aquel que es el amor mismo? De ninguna manera.

Porque, aunque la criatura, por ser inferior, ama menos, con todo, si ama con todo su ser, nada falta a su amor, porque pone en juego toda su facultad de amar. Por ello, este amor total equivale a las bodas místicas, porque es imposible que el que así ama sea poco amado, y en esta doble correspondencia de amor consiste el auténtico y perfecto matrimonio. Siempre en el caso de que se tenga por cierto que el Verbo es el primero en amar al alma, y que la ama con mayor intensidad.

martes, 20 de julio de 2010

UN ESPÍRITU PACIFICADO


Cada vez que se cumple el aniversario de la muerte de Juan XXIII siento en mi alma una especie de regreso a la ternura. Quien me haya leído alguna vez sabe que el Papa Roncalli fue, para mí, además del sucesor de Pedro, el ser humano al que, después de mis padres y mis hermanos, más he querido en este mundo. ¡Ah, si yo tuviera la milésima parte de su corazón!

Y en estos días me he dado a mí mismo la gozada de volver a releer alguna de sus biografías y sus colecciones de cartas y escritos. Y en cada página me veía obligado a pensar: « ¡Ah, si la mayoría de los hombres pensase así, obrase así, amase así!» Y es que Juan XXIII, con esa asombrosa sencillez que penetró su vida, sigue siendo, para mí, uno de los mejores maestros del espíritu.

Hoy me he detenido en una página: la de su llegada a París en 1945. Acababa de terminar la guerra mundial y Francia estaba turbada, dividida. Muchos obispos y el nuncio anterior habían coqueteado con Vichy y muchas voces empujaban a De Gaulle a realizar una «limpia» en la jerarquía eclesiástica, que hubiera dividido, tal vez para decenios, a la Iglesia francesa. Y Roncalli llegaba allí con tanta fama de hombre bueno como de mediocre diplomático. El mismo, al recibir la noticia de su nombramiento, se había llenado de asombro al saberse elegido. Y había comentado ante sus amigos: «Se ve que cuando faltan caballos deben trotar los asnos.»

Y en París, ¿qué camino tomar? ¿Defender con uñas y dientes el prestigio de su predecesor en la nunciatura? ¿Ceder cobardemente? El mismo Roncalli nos contaría más tarde cuál fue su táctica y cómo consistió precisamente en no emplear táctica alguna:

«Tomé las cosas con calma; paso a paso, llegada tras llegada; negocios, recepciones, palabras, silencios, y después paciencia, espera tranquila y, sobre todo, continua irradiación de espíritu sereno, suave y, si se quiere, un poco sonriente sobre cuanto pasa ante mis ojos y es digno de admiración.»

¡Magnífica receta frente a los problemas! Receta que, de hecho, resolvió la mayoría de los que a Roncalli se le presentaron en París en aquellos años y que sería también definitiva si nosotros supiéramos aplicarla a la mayor parte de nuestras angustias.

Porque ¿quién no conoce momentos en que parece que el mundo se hunde sobre nuestras cabezas? ¿Y cuántas veces nuestros nervios no hacen, en esos momentos, más que multiplicar las heridas y acumular el vinagre? Si aplicásemos el «paso a paso, palabras, silencios, paciencia, espera tranquila», tendríamos en camino la mitad de las soluciones. Y mucho más si esa espera no es simplemente pasiva, sino que va acompañada por la «continua irradiación de espíritu sereno y suave» y si, incluso, eso se corona con un saber mirar «un poco sonrientes cuanto pasa antes nuestros ojos». Haciéndolo, habríamos comenzado por pacificarnos a nosotros mismos. Y con ello ya tendríamos la mitad de nuestro mundo pacificado.

lunes, 19 de julio de 2010

DINERO MANCHADO EN SANGRE

Son poco más de dos minutos. Míralo y difúndelo...


domingo, 18 de julio de 2010

DOMINGO XVI DEL TIEMPO ORDINARIO


Contemplación y acción
Me han dicho muchos lo difícil que les resulta identificarse con cualquiera de las dos hermanas que aparecen en el Evangelio del próximo domingo. Con Marta, que anda preparando las cosas para la visita que les viene a casa, pero más aún, estando ya con ellas, no ha dejado de estar pendiente de todos los detalles, ¿alguien le podrá reprochar algo a esta mujer que se preocupa tanto de la hospitalidad de Jesús? María, su hermana, lo tiene muy claro, ha decidido escuchar a Jesús, estar junto al Señor y no perderse nada. Tampoco se le puede reprochar nada a su comportamiento. Algunos han tratado de contraponer, sacándole partido desde el punto de vista espiritual, las dos actitudes, una contemplativa y la otra activa, pero no es ésta la intención del Señor; hubiera sido demasiado simple, ya que repasando la historia de la Salvación vemos cómo ambas actitudes son necesarias para la vida de un creyente, y las dos las ha practicado Jesús.Escuchar y contemplar son actitudes básicas y esenciales para un creyente católico, y eso no está en contradicción con la dimensión del servicio, ni de la caridad; al contrario, el que sabe escuchar a Dios se siente llamado por Él a servir a los hermanos, con corazón grande, generoso y solícito. El mismo Señor no compara, sino que señala la bondad de una postura: «Aclara -dice san Juan Casiano- que el servicio de las necesidades del cuerpo es algo transitorio, mientras que escuchar la palabra de Dios es algo eterno». La palabra de Dios es la fuente primera, básica e insustituible de la oración. La oración es la respiración del alma, ha afirmado el Papa Benedicto XVI. La contemplación en oración no es tiempo perdido, sino tiempo precioso, donde Él «me mira y yo le miro», que dijera el santo Cura de Ars. La importancia de la oración está en que sabes distinguir perfectamente entre pedirle a Dios que se realicen todos tus planes y proyectos, y descubrir e interpretar los planes de Dios. Me emociona recordar, con motivo de este Evangelio de Marta y María, cómo el Papa Benedicto XVI, en la Misa de clausura del Sínodo de la Palabra, decía que «la tarea prioritaria de la Iglesia, desde el inicio de este nuevo milenio, es ante todo la de alimentarse de la palabra de Dios, para hacer eficaz el compromiso de la nueva evangelización», cosa que nos ayuda a encontrar la razón como para entender bien el sentido de este Evangelio. Frente a la palabra del Señor, sólo encuentro un verbo para conjugar: escuchar. Necesariamente, quien sabe escuchar se ve fortalecido de la gracia de Dios para la donación hasta de la propia vida a favor de los demás, y logra que esa caridad no se convierta en ideología.

Que Dios os conceda en este domingo una buena recepción de su Palabra y el coraje de cumplirla.
+ José Manuel Lorca Planes
obispo de Cartagena
A.A. de Teruel y Albarra

sábado, 17 de julio de 2010

ABANDONO EN LAS MANOS DE DIOS


Una reflexión veraniega tranquila, no mía sino de un maestro de espiritualidad de los que siempre merece la pena leer. Es una auténtica meditación para alcanzar amor, como diría San Ignacio de Loyola, y nunca mejor dicho, pues la reflexión viene de un hijo ilustrísimo suyo. Se trata de San Claudio de la Colombière, que nos invita a abandonarnos en las manos de Dios para encontrar la paz del corazón, esa paz tan necesaria y no tan fácil de conseguir:


“Una de las verdades mejor establecidas y de las más consoladoras que se nos han revelado es que nada nos sucede en la tierra, excepto el pecado, que no sea porque Dios lo quiere; Él es quien envía las riquezas y la pobreza; si estáis enfermos, Dios es la causa de vuestro mal; si habéis recobrado la salud, es Dios quien os la ha devuelto; si vivís, es solamente a Él a quien debéis un bien tan grande; y cuando venga la muerte a concluir vuestra vida, será de su mano de quien recibiréis el golpe mortal.
Pero, cuando nos persiguen los malvados, ¿debemos atribuirlo a Dios? Sí, también le podéis acusar a Él del mal que sufrís. Pero no es la causa del pecado que comete vuestro enemigo al maltrataros, y sí es la causa del mal que os hace este enemigo mientras peca.
No es Dios quien ha inspirado a vuestro enemigo la perversa voluntad que tiene de haceros mal, pero es Él quien le ha dado el poder. No dudéis, si recibís alguna llaga, es Dios mismo quien os ha herido. Aunque todas las criaturas se aliaran contra vosotros, si el Creador no lo quiere, si Él no se une a ellas, si Él no les da la fuerza y los medios para ejecutar sus malos designios, nunca llegarán a hacer nada: No tendrías ningún poder sobre mí si no te hubiera sido dado de lo Alto, decía el Salvador del mundo a Pilatos. Lo mismo podemos decir a los demonios y a los hombres, incluso a las criaturas privadas de razón y de sentimiento. No, no me afligiríais, ni me incomodaríais como hacéis si Dios no lo hubiera ordenado así; es Él quien os envía, Él es quien os da el poder de tentarme y afligirme: No tendríais ningún poder sobre mí si no os fuera dado de lo Alto.
Si meditáramos seriamente, de vez en cuando, este artículo de nuestra fe, no se necesitaría más para ahogar todas nuestras murmuraciones en las pérdidas, en todas las desgracias que nos suceden. Es el Señor quien me había dado los bienes, es Él mismo quien me los ha quitado; no es ni esta partida, ni este juez, ni este ladrón quien me ha arruinado; no es tampoco esta mujer que me ha envenenado con sus medicamentos; si este hijo ha muerto… todo esto pertenecía a Dios y no ha querido dejármelo disfrutar más largo tiempo.
(…) Pero, ¿no es una quimera que a un hombre le impresionen tanto los males como los bienes? No, no es ninguna quimera; conozco personas que están tan contentas en la enfermedad como en la salud, en la riqueza como en la indigencia; incluso conozco quienes prefieren la indigencia y la enfermedad a las riquezas y a la salud.
Además no hay nada más cierto que lo que os voy a decir: Cuanto más nos sometamos a la voluntad de Dios, más condescendencia tiene Dios con nuestra voluntad. Parece que desde que uno se compromete únicamente a obedecerle, Él sólo cuida de satisfacernos: y no sólo escucha nuestras oraciones, sino que las previene, y busca hasta el fondo de nuestro corazón estos mismos deseos que intentamos ahogar para agradarle y los supera a todos.
En fin, el gozo del que tiene su voluntad sumisa a la voluntad de Dios es un gozo constante, inalterable, eterno. Ningún temor turba su felicidad, porque ningún accidente puede destruirla. Me lo represento como un hombre sentado sobre una roca en medio del océano; ve venir hacia él las olas más furiosas sin espantarse, le agrada verlas y contarlas a medida que llegan a romperse a sus pies; que el mar esté calmo o agitado, que el viento impulse las olas de un lado o del otro, sigue inalterable porque el lugar donde se encuentra es firme e inquebrantable.
De ahí nace esa paz, esta calma, ese rostro siempre sereno, ese humor siempre igual que advertimos en los verdaderos servidores de Dios.”

ReL

viernes, 16 de julio de 2010

NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN


Patrona de las gentes del mar y también de toda la familia Carmelitana.
Hoy queremos saber más sobre esta advocación tan querida en España.

Este título o advocación de la Virgen María se honra en todo el mundo. La devoción y su propagación se debe, principalmente, a la familia carmelitana. De ella vinieron los nombres populares en España de Carmelo, Carmen y Carmela, o de Camilo y Carmina, en Italia.
La veneración y el culto están íntimamente relacionados con la abultada historia del monte Carmelo y con la difusión del Escapulario, esos pedazos de paño marrón para la espalda y el pecho, unidos por hilos, que llevan la inscripción de la Virgen del Carmen, y que una vez impuesto puede cambiarse por medalla de oro, plata o níquel sin pérdida de mérito por parte de quien lo usa.
Tuvo mucho que ver el santo carmelita Simón Stock, abad del monasterio cuando la Orden pasaba por momentos malos de adaptación al nuevo medio, y estaba apurada por la poca aceptación de la gente que vivía en donde aterrizaron aquellos hombres venidos del Oriente.
Los innegables prodigios y milagros, operados por Dios mediante la intercesión de su Madre con ese nombre en todas partes del mundo y en todas las épocas, han avalado la extensión y afianzamiento de su culto.
El nombre viene del monte Carmelo que está en Galilea –el otro de Judea es un puro rocadal desértico–, donde crecen árboles y flores ya cantados por la misma Escritura en tantos lugares. Allí fue donde Elías ejerció parte del ministerio profético, cerrando el cielo para la lluvia por espacio de tres años y medio con la intención de medicinar y doblegar con su pedagogía al pueblo infiel e incrédulo; y cuando decidió poner remedio a aquella sequía letal para hombres y bestias, mandando a su sirviente que subiera a la cima hasta siete veces seguidas para escudriñar el cielo; aquel criado llegó a descubrir una nubecilla pequeña y blanca que venía del mar y que acabaría poniendo límite a la sed mortal e irremediable del pueblo. Los más listos y piadosos supieron ver en ella, desde el siglo xiv, el símbolo o figura de la Virgen Inmaculada.
El monte Carmelo se llenó de cristianos que deseaban dedicar su vida a la oración continua en soledad por los parajes próximos al sitio donde sucedieron en la historia los hechos portentosos de la Redención. Por eso, aquellos eremitas recibieron el nombre toponímico de ‘carmelitas’. Levantaron un templo donde rezaban juntos, y aquello empezó a ser punto de referencia y de acogida de los peregrinos hasta el siglo XII, que se acercaban a ponerse bajo la protección de la Virgen María al abrigo de tanto eremita santo.
Luego desaparecieron los carmelitas del monte; se vieron forzados a venirse a Occidente, porque ya su presencia en aquellas latitudes no era soportable por el peligro continuo de las invasiones mahometanas.


jueves, 15 de julio de 2010

LOS MILAGROS SIGUEN EXISTIENDO



Los milagros de amor siguen existiendo y se convierten en historias engarzadas de diferentes personas que pasaron por un contexto como esos.
Tristemente, cuando se escucha o se sabe que una mujer fue violada y quedó embaraza, incluso en la adolescencia, la «solución» más fácil es «que aborte». Es lo que se promueve y, en la mayoría de los casos, es también el desenlace fatal de hechos de esa naturaleza.
Pero los milagros de amor siguen existiendo y se convierten en historias engarzadas de diferentes personas que pasaron por un contexto como esos, pero cuya respuesta fue preferir la belleza de la generosidad al oscuro mal del egoísmo.
Una niña violada

Liliana Rebolledo tiene hoy 33 años. A los 13 fue víctima de una violación y quedó embarazada. ¿Qué sucedió después? Intentó suicidarse. El doctor le dijo que dado que su matriz no estaba desarrollada, él hablaría con la madre de Liliana para que no tuviera al niño. «Yo tuve mi niña a los 13 años, producto de una violación. Me salvó la vida mi hija, haberla tenido en circunstancias tan difíciles. En mi caso nunca fue una opción el aborto, nunca fue considerado. Fue una situación difícil pero ella fue lo que me motivó a seguir viviendo», afirma.
El escuchar los latidos del corazón de su hija, que ahora tiene 20 años, fue lo que la llevó a pensar en que ya no estaría sola, que tendría alguien por quien vivir, alguien a quien cuidar. Sí, mucha gente se burló de Liliana y le decían que la violación la había echado a perder. Pero Liliana no se arrepiente y ha sido ella misma quien contó la historia a su hija.
«¿Cómo es posible –pregunta Liliana– que piensen que estos seres humanos (los no nacidos) no tienen derecho a vivir?». Y agrega: «El problema no es el embarazo. El problema es ¿qué está pasando para que niñas tan pequeñas queden embarazadas a temprana edad?».
Diputada brasileña fruto de un estupro

El 19 de mayo de 2010, la cámara de diputados brasileña escuchó uno de los testimonios a favor de la vida más contundentes. Se trataba de la historia personal de la diputada Fátima Pelaes.
La madre de Fátima sufrió estupro en una cárcel mixta y, habiendo quedado embarazada, decidió rechazar el aborto a donde la avocaban. El fruto de ese acto de valentía ante la propuesta del aborto era Fátima quien claramente dijo a los presentes:«¡Nací tras un estupro, no puedo estar a favor del aborto!».
El testimonio personal de la diputada Fátima Pelaes contribuyó decididamente a que Brasil no despenalizara el aborto este 2010.

La madre de un obispo que no lo abortó

Monseñor Víctor Galeone es obispo de San Agustín, Florida. Tiene vida gracias a que su madre rechazó abortarlo.
Cuando en 1935 la madre de monseñor Galeone, Rita, acudió al servicio social para pedir ayuda, pues sabía que tendría su cuarto hijo y su esposo estaba sin empleo, la trabajadora social le recomendó el aborto. Y algo más: la amenazó con retirarle las ayudas del gobierno, pues en ese momento era tiempo de crisis, en caso de no seguir lo que le decía. Rita recibió el apoyo de su esposo y rechazaron asesinar a su hijo.
Monseñor Galeone escuchó la historia de labios de su madre en 1970, cuando él expresó su deseo de irse como misionero a Perú: «Por primera vez en mi vida comprendí lo que significa el regalo de la vida, y lo precioso que es», declaró el obispo a la revista St. Augustine Catholic.

Madre de 11 años en buenas manos

«Alejandra» será el nombre que tendrá la hija de una niña de 11 años. Aunque la joven madre no fue violada, sí se enfrentó a un embarazo en el momento que menos lo hubiera pensado. Inicialmente su caso sirvió de bandera para grupos a favor del asesinato de niños en los vientres de sus madres e incluso llegó a estar un tiempo con ellas.
Oriunda del sureste mexicano, la niña está recibiendo apoyo de organizaciones pro vida del Estado mexicano de Quintana Roo. La madre, Zeyda Morales, denunció que el grupo abortista Asociación Pro-Mujeres de Quintana Roo la presionó psicológica y económicamente para que la niña abortara. Ya en buenas manos, esto no sucederá.
Sin dejar de condenar y reconocer todo el daño que supone una violación, pocos se fijan en la implicación racional del asesinato de un inocente. Algunas organizaciones abortistas se aprovechan de estas situaciones y explotan la parte sentimental para promover el aborto en general. Lo de la violación es sólo un pretexto usado en pro de la política abortista.
Las historias apenas repasadas son ejemplos de amor, de la belleza auténtica del don de sí mismo. A un mal no le debe seguir otro mal; un hijo siempre será un hijo. Y el sólo hecho de poder escuchar de sus labios las palabras «mamá, gracias» vale todo esfuerzo, magnanimidad, valentía y esfuerzo.
ReL

miércoles, 14 de julio de 2010

ESCRITO EN LAS BOTAS

El futbol nos invade y con él, nos llegan también detalles de las vidas de los que han hecho posible el triunfo de España. Reproducimos una entrevista publicada en "Camina y Ven" y que tiene al jugador Jesús Navas y a su fe como protagonistas.
Aquel chico menudo, de mirada penetrante, “capaz de regatear hasta los charcos” (frase acuñada por su descubridor Pablo Blanco), víctima de varios episodios de crisis de ansiedad que le obligaron a detenerse y recibir tratamiento psicológico, es hoy uno de los 23 elegidos por Del Bosque para representar a España en el Mundial. Jesús Navas, el duende de Los Palacios, es uno de los mejores extremos del fútbol europeo y el Real Madrid de Mourinho suspira por él. La Copa del Rey ha sido el colofón a una excelente temporada con el Sevilla, aunque su victoria más decisiva y trascendente se produjo el año pasado cuando se calzó las botas en las que figura el mensaje “Dios es amor” y debutó con la Selección. Fue el principio del fin, la confirmación de que sus problemas eran historia y un paso adelante mucho más complicado que el del resto de seleccionados. De una religiosidad profunda (su familia pertenece al Camino neocatecumenal), Navas habló con sinceridad en LA GACETA desvelando algunas de sus sensaciones como futbolista y como persona. Otras, se las guarda.
-Su camino para estar en la Selección española no ha sido sencillo. ¿Se lo termina de creer?
-Siempre han podido más las ganas de estar aquí que cualquier otra cosa. Para mí lo máximo es llegar a jugar en la Selección y estar con este grupo me llena de satisfacción.
-¿Cómo superó el duro trance de las crisis de ansiedad?
-Tomándome las cosas con tranquilidad. Eso es lo que también hago ahora. En mi cabeza siempre ha estado la idea de ganar aunque el principal objetivo es disfrutar del fútbol. Es cierto que pasas malos momentos, pero con ganas y esfuerzo se superan. Además está la familia y mi novia, que me ayudan.
-¿Cómo definiría su estado actual?
-Me siento muy feliz. Ahora bien, sé que debo digerir los acontecimientos con normalidad.
-Dicen que aún le sigue imponiendo un micrófono, las entrevistas…
-¡Hombre! Cada vez vas adquiriendo más experiencia y tratas de asimilarlo bien. Es algo que viene ligado con el fútbol y tienes que afrontarlo.
-¿Cómo se ve en la Selección, con los mejores?

Muy a gusto, ésa es la verdad. Mi objetivo desde pequeño cuando jugaba al fútbol era llegar a la Selección y es el sueño que por fin he alcanzado.
-Todo empezó regateando charcos en Los Palacios…
-(Risas) Era muy pequeño y ese día había llovido. Dijeron eso, pero tenía que utilizar mis recursos con gente más fuerte que yo. Siempre buscaba irme del contrario en velocidad porque es algo innato.
-¿Qué tiene Los Palacios que no tenga el resto?
-Las sandías (risas) y los tomates. ¡Ah¡ y Manuel Orta, el artista flamenco.
-¿Tan importante es Dios en su vida?
-Por supuesto. Dios es el que me da su ayuda y fuerzas para todo. Las ganas las pongo yo, pero Dios lo es todo. Por eso grabé en las botas ‘Dios es amor’.
-Navas, la revolución de la Selección.
-Me gusta crear peligro por la banda y llegar a gol con claridad.
-El Madrid le quiere y Del Nido dice que costará sangre, sudor y lágrimas dejar el Sevilla…
-Mi mente sólo está en la Selección. Para mi futuro están mis representantes.
-Santo y seña del Sevilla.
-Ganar este título ha sido increíble para todos.

martes, 13 de julio de 2010

CONFESIONES Y TRIUNFOS

De repente, es como si nunca hubiese pasado nada. Anoche, paseando por la céntricas calles de Madrid, fui testigo de una algarabía colectiva que estábamos estrenando, que nunca habíamos vivido, que ni si quiera nuestros mayores nos habían contado porque jamás había sucedido.

Los aficionados al fútbol, en uno u otro momento de este campeoanto, nos hemos acordado del gol de Michel a Brasil, ese que por un capricho de la física dio en el larguero, botó dentro de la portería y salio escupido hacia fuera haciéndonos pensar que Dios tiene predilección por el jogo bonito, por los artistas, por los mas guapos del balón, en esto llamado futbol. También del penalti de Eloy ante Bélgica, del fallo de Salinas ante Italia y la nariz de Luis Enrique sangrando ante la derrota, eso que en los españoles empezaba a parecer un estado civil más que un resultado deportivo.Hasta ayer mismo, de sangre, lágrimas y derrota sabíamos mucho los aficionados españoles, resignados ya a ver una y otra vez repartirse las alegrías a brasileños, italianos, alemanes y argentinos, como si de una especie superior se tratase, como si ellos fueran ángeles capaces de volar y nosotros sencillos humanos condenados a errar por este mundo sin poder saborear nunca la presencia de Dios, la gloria, algo parecido a lo que te pinta esa cara de felicidad que anoche vi por todas partes.

De repente, todos esos fiascos, decepciones, tristezas y desesperanzas se fueron de un golazo. Ya nadie se acuerda de ellas. En los próximos campeonatos, quien recurra a la maldición de los cuartos será porque le apetezca seguir sufriendo pudiendo no hacerlo. Porque la Selección nos ha puesto a huevo saber a donde poder volver, siempre que queramos, con la memoria, y es a un momento de alegría, de paz, de euforia, de bien estar, en el que todos, no sé por qué razón, estamos contentos.

Ganar el Mundial, algo que nunca se ha hecho, es algo parecido a confesarte. Una vez que lo haces, ya nadie se acuerda de aquello que dejaste atrás. Dios resetea su memoria y perdona todo los penaltis fallados del mundo, todas las eliminaciones en cuartos de final. Incluso se olvida de los autogoles de Zubizarreta. Y, como ha pasado a España con el Mundial, no importa que nunca antes se hubiese ganado, ni que los males y errores acumulados superen con creces a las veces que el equipo lo hizo bien. Que no, que eso da igual. Dios no es contable de las malas noticias. No le funciona la hemeroteca de lo malo. Es Padre, y el que más ganas tiene de que su hijo gane el Mundial.Cuando me confieso, Dios hace conmigo borrón y cuenta nueva. Entonces se me pinta en la cara un gesto de alegría y de paz, comienzo a vivir de nuevo como si antes nunca me hubiesen eliminado en cuatros, como si nunca antes se hubiese jugado otro Mundial. Como si solo España hubiese ganado siempre. Del cero al todo poco menos de diez minutos. Dios nos mira a todos por igual en ese sacramento tan molesto al principio, pero tan alegre al final. En el confesionario no hay brasileños, ni talianos, ni ingleses, ni alemanes ni franceses, ni argentinos. Hay pecadores arrepentidos, que es con lo que yo creo que mas se alegra Dios sin mirar el color de la camiseta ni el escudo que se luzca sobre ella.Dios es un arbitro de un partido que te deja repetir el penalty que has fallado, que detiene el partido cuando el balón sale rebotado de la portería para que Michel lo vuelva a tirar. Que no hace caso de ese linier que pitó fuera con Korea para que Morientes la vuelva a empujar a placer. Y esa alegr´´ai no es efímera. Aunque yo sepa que será cuestión de tiempo volver a tirarla fuera, mi intencíon será de no haerlo. Como los futbolista. Ellos saben que algún día volverán a perder, aunque tengan intención de ganar. Los aficionados sabemos que España perderá algún día, pero noi por eso no celebramos hoy el título Mundial. La cosa es que cuando se de esa futura y segura derrota, ellos tienen una referencia. Cuando eso ocurra, sabrán como se gana porque ya lo hicieron una vez.

Me ha costado tiempo entender y aceptar el bien de la confesión. Hubo una tarde en Medjugorje, en ese sitio plagado de gente confesando, en que vi como un sacerdote lloraba tras una confesión y le dio un abrazo al fiel. El penitente lloraba más que el cura, y el abrazo duró lo que tardé yo en identificar aquella escena con una parte que me encanta del Evangelio. Dentro de la parábola del hijo pródigo, el texto nos cuenta que el padre, cuando vio a su hijo de lejos, salió corriendo, se le tiró al cuello y se le comió a besos. En la parábola hay una experiencia tangible entre el padre y el hijo, y es por eso por lo que entendí, acepté, la necesidad de que cuando ganes un mundial, te den una medalla, te dejen tocar la copa, algo físico que tocar. En la confesión, cuando me pongo de rodillas delante de un desconocido para contarle mis miserias y debilidades, soy consciente de que ese hombre no es Dios, pero para mí es necesario oir de su voz, la de un hombre consagrado, que Dios perdona mis pecados, que se olvida de la pifia de Salinas en USA 94. Es buena para mí la experiencia tangible de oír una voz que me confirme mi deseo, que mis ojos vean a un sacerdote hacer la señal de la Cruz sobre mí. No es necesario que el cura se me coma a besos, pero incluso cuando me despido, suelo cogerle la mano, para darle las gracias por su ministerio, gracias al cual parece que España, yo, ha ganado siempre el Mundial y nunca Italia nos pasó por la piedra.

Cuando vi por primera vez la explanada de las confesiones en Medjugorje, entendí que aquello no podía ser de Satanás, porque si lo era, se lo estaba montando fatal. El demonio es el mal periodista que ante la falta de grandeza e ideas propias recurre siempre a la fatalidad. Dios es ese que anuncia siempre que puedes ganar el Mundial por muy desastre que seas. Que puedes dejar atrás a tras todo aquello malo que has hecho, ya sea por mala leche o por debilidad. Dios te pone a huevo el balón que le puso Cesc a Iniesta. Solo queda un escollo, que es el portero. Una vez salvada la vergüenza y el que dirán, te conviertes en campeón del mundo, tienes alegría, tienes paz.

Hoy, después de un tiempo demasiado largo, me voy a confesar. Hemos ganado el Mundial y creo que Dios se va a alegrar mucho de que deje mis narices rotas de Luis Enrique y los auotogoles que yo mismo me he metido para empezar a lucir como lo que soy. No un campeón del mundo, sino mucho más: Hijo de Dios, imagen suya, hermano de Cristo, hijo de María. Esta tarde, Mundial y cuenta nueva.




Jesús García para ReL

lunes, 12 de julio de 2010

CATECISMO


Dios crea un mundo ordenado y bueno
299 Porque Dios crea con sabiduría, la creación está ordenada: "Tú todo lo dispusiste con medida, número y peso" (Sb 11,20). Creada en y por el Verbo eterno, "imagen del Dios invisible" (Col 1,15), la creación está destinada, dirigida al hombre, imagen de Dios (cf. Gn 1,26), llamado a una relación personal con Dios. Nuestra inteligencia, participando en la luz del Entendimiento divino, puede entender lo que Dios nos dice por su creación (cf. Sal 19,2-5), ciertamente no sin gran esfuerzo y en un espíritu de humildad y de respeto ante el Creador y su obra (cf. Jb 42,3). Salida de la bondad divina, la creación participa en esa bondad ("Y vio Dios que era bueno...muy bueno": Gn 1,4.10.12.18.21.31). Porque la creación es querida por Dios como un don dirigido al hombre, como una herencia que le es destinada y confiada. La Iglesia ha debido, en repetidas ocasiones, defender la bondad de la creación, comprendida la del mundo material (cf. DS 286; 455-463; 800; 1333; 3002).

domingo, 11 de julio de 2010

DOMINGO XV DEL TIEMPO ORDINARIO


Nos hemos propuesto, decía, comentar algunos evangelios dominicales inspirándonos en el libro de Joseph Ratzinger-Benedicto XVI sobre Jesús de Nazaret. A la parábola del buen samaritano se dedican varias páginas del libro. La parábola no se comprende si no se tiene en cuenta la pregunta a la que, con aquella, Jesús intentaba responder: «¿Quién es mi prójimo?». A este interrogante de un doctor de la ley, Jesús responde narrando una parábola. En la música y en la literatura mundial, hay comienzos que se han hecho célebres. Cuatro notas, en determinada secuencia, y cualquier entendido exclama inmediatamente, por ejemplo: «Quinta sinfonía de Beethoven: ¡el destino llama a la puerta!». Muchas parábolas de Jesús comparten esta característica: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó...», y todos entienden inmediatamente: ¡la parábola del buen samaritano!
En el ambiente judaico de aquel tiempo se discutía sobre quién debía ser considerado, para un israelita, el propio prójimo. Se llegaba en general a comprender, en la categoría de prójimo, a todos los compatriotas y a los prosélitos, esto es, a los gentiles que se habían adherido al judaísmo. Con la elección de los personajes (¡un samaritano que socorre a un judío!) Jesús viene a decir que la categoría de prójimo es universal, no particular. Tiene como horizonte el hombre, no el círculo familiar, étnico o religioso. ¡Prójimo es también el enemigo! Se sabe que de hecho los judíos «no tenían buenas relaciones con los samaritanos» (cfr. Jn 4, 9).
La parábola enseña que el amor al prójimo debe ser no sólo universal, sino también concreto y activo.
¿Cómo se comporta el samaritano de la parábola? Si el samaritano se hubiera contentado con acercarse y decir a ese desdichado que yacía en su propia sangre: «¡Pobrecito! ¡Cuánto lo siento! ¿Qué ha pasado? ¡Ánimo!», o palabras así, y después se hubiera marchado, ¿no habría sido todo ello una ironía y un insulto? Hizo otra cosa: «Acercándosele, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. A día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: “Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva”».

Pero lo verdaderamente nuevo, en la parábola del buen samaritano, no es que en ella Jesús exija un amor universal y concreto. La auténtica novedad, observa el Papa en su libro, está en otro punto. Después de narrar la parábola, Jesús pregunta al doctor de la ley que le había interrogado: «¿Quién de estos tres [el levita, el sacerdote, el samaritano] te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?».Jesús opera una inversión inesperada respecto al concepto tradicional de prójimo. Prójimo es el samaritano, no el herido, como nos habríamos esperado. Esto significa que no hay que esperar pasivamente a que el prójimo se cruce en nuestro camino, tal vez con luces de emergencia y alarmas. Nos toca a nosotros estar dispuestos a percibir quién es, a descubrirle.

¡Prójimo es aquello a lo que cada uno de nosotros está llamado a convertirse! El problema del doctor de la ley aparece derribado; de problema abstracto y académico, se hace problema concreto y operativo. La cuestión que hay que plantearse no es: «¿Quién es mi prójimo?», sino: «¿De quién me puedo hacer prójimo, ahora, aquí?».

En su libro, el Papa realiza una aplicación actual de la parábola del buen samaritano. Ve a todo el continente africano simbolizado en el desventurado que ha sido despojado, herido y dejado medio muerto en la cuneta, y ve en nosotros, los de los países ricos del hemisferio norte, a los dos personajes que pasan de largo, si no incluso a los salteadores que le han dejado en esas condiciones. Desearía apuntar otra posible actualización de la parábola. Estoy convencido de que si Jesús viviera hoy en Israel, y un doctor de la ley le preguntara de nuevo: «¿Quién es mi prójimo?», cambiaría ligeramente la parábola, ¡y en el lugar de un samaritano pondría a un palestino! Si después le interrogara un palestino, ¡en el lugar del samaritano encontraríamos a un judío! Pero es muy cómodo limitar el tema a África o a Oriente Medio. Si fuéramos uno de nosotros el que le preguntara a Jesús: «¿quién es mi prójimo?», ¿qué respondería? Nos recordaría ciertamente que nuestro prójimo no es sólo el compatriota, sino también el extracomunitario; no sólo el cristiano, sino también el musulmán; no sólo el católico, sino también el protestante. Pero añadiría enseguida que no es esto lo más importante; lo más importante no es saber quién es mi prójimo, sino ver de quién me puedo hacer yo prójimo, ahora, aquí; para quién puedo ser yo el buen samaritano.
P. Raniero Cantalamessa

sábado, 10 de julio de 2010

MAGNIFICAT TV

En España ha surgido un nuevo canal televisivo que se emite sólo a través de internet y que, por lo tanto, se puede captar en cualquier lugar del mundo.
Se trata de Magnificat TV y forma parte del programa de evangelización que desarrollan los Franciscanos de María, cuyo fundador, Santiago Martín, ha trabajado durante muchos años en distintos medios de comunicación, tanto en España como en América.Televisión a la cartaGracias a internet, se puede elegir lo que cada uno desea ver en cualquier momento del día. Magnificat TV es una «televisión a la carta». Ofrecen desde la santa misa diaria hasta programas de apologética, espiritualidad, documentales, infantiles, juveniles, testimonios y, por supuesto, noticias de la Iglesia, en colaboración con el Centro Televisivo Vaticano.Funciona desde el mes de abril y ha sido ya visitada por más de 70.000 internautas. Sus bajos costes económicos la convierten, además, en un modelo de televisión católica sostenible. En los próximos meses irá ampliando sus ofertas de programas para dar cabida a noticias de distintos países de habla hispana, así como a temas relacionados con los diferentes Dicasterios Vaticanos.Aunque de momento está sólo en español, ofrece ya algunos programas en inglés y tiene la vocación de incorporar programación en otros idiomas.
Fe y Razón

viernes, 9 de julio de 2010

ES HORA DE HACER ALGO



«¿Vamos a quedarnos de brazos cruzados a la espera de los recursos judiciales? ¿Acaso la “causa de la vida” se reduce a la batalla legal? ¡Ciertamente no!»

Así de contundente y decidido se ha expresado el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, ante la entrada en vigor de la nueva ley del aborto, lanzando una cruzada de «salvar uno a uno» a los niños y niñas amenazados por este crimen.

Tras lamentar que «el aborto ha pasado de estar despenalizado en tres supuestos, a ser reconocido como un derecho» y de asegurar de que ahora «no cabe duda de que los empresarios de las clínicas abortistas pueden dormir ya mucho más tranquilos», el prelado donostiarra propone que la lucha provida no se limite a la estrategia «de arriba abajo», como por ejemplo la batalla legal, sino que también se siga otra, a su juicio «más eficaz», la de «de abajo arriba».

«Se trata de entender que para llegar a transformar la Cultura de la Muerte, la estrategia más eficaz es “de abajo arriba”, sin limitarnos al “de arriba abajo”… La batalla legal por la vida se podrá plantear nuevamente en España, con mayores garantías de éxito, cuando salgan a la luz cantidad de niños y adolescentes que han sido rescatados de las garras de la muerte… El testimonio de su gratitud por el don de la vida, será necesario para que la Cultura de la Vida triunfe en el futuro», expone monseñor Munilla en un artículo difundido por el obispado que encabeza.

Munilla trae a la memoria la famosa frase de la Madre Teresa de Calcuta en medio de fuertes polémicas por la liberalización del aborto: «No los matéis, dádmelos a mí. ¡Yo sí los quiero!». Asimismo recuerda la respuesta de la hoy beata a un periodista sobre su estrategia para salvar a tantos niños y desahuciados de la vida: «¡Uno a uno!».

Para el obispo «ha llegado el momento del “uno a uno”” y aplaude que muchas asociaciones provida hayan orientado su acción en esta línea, como por ejemplo, la fundación RedMadre. Así, «¡Es hora de arrimar el hombro!», alienta.

Apadrinamiento de los rescatados
«¿Cómo es posible que hagamos una valoración tan laudatoria de la adopción de niños extranjeros entre nosotros, mientras que aquí desestimamos como absurda la alternativa de la entrega en adopción del niño?», «¿no habrá llegado el momento de valorar si el apadrinamiento de los niños del Tercer Mundo que realizamos a través de muchas ONGs civiles y eclesiales, no debería también ser complementado con el apadrinamiento (en forma de contribución a su alimentación o educación) de los niños que son salvados de ese trágico destino?», se pregunta.

Ayudar a las mujeres con síndrome post aborto
«Y por otro lado, -prosigue- ¿qué decir del abandono y del silencio vergonzante en el que muchas mujeres tienen que vivir el Síndrome del post-aborto, frente a la afortunadamente cada vez más creciente sensibilidad hacia las víctimas de la violencia de género? ¿No habrá que acompañar también a las mujeres que se han quedado moral y psicológicamente destrozadas después de haber abortado?».

La clave definitiva: la educación
Para el obispo, la clave definitiva del triunfo de la “Cultura de la Vida” estriba en la educación de los jóvenes. «La “causa de la vida” está unida a la “causa de la educación” y a la “causa de la familia”».

«Es fundamental que todos aquellos que partimos de unos valores de pleno respeto a la vida y a la familia (en donde podemos coincidir creyentes y no creyentes), trabajemos en coordinación y cooperación, para educar en la verdadera libertad. Una educación íntegra jamás presentará el ideal de la libertad en contraposición al derecho a la vida de los más inocentes. No podemos convertir la libertad en una frívola licencia, porque eso destrozaría la misma Libertad, además de la Vida», concluye.
Religión en Libertad

jueves, 8 de julio de 2010

CONVERSOS Y REBOTADOS



Tienen todos en común algo así como un denuedo, una obsesión, un algo raro y poco natural que asusta un poco. En el caso de los conversos se trata de una perfección sobrenatural que no tiene remedio y, en el de los rebotados, de una perversión muy natural de la que podrían curarse si se quisieran a sí mismos como aman al prójimo.
Tanto unos como otros reconocen algún tipo de error en su vida anterior y hablan mucho de ello. Pero los conversos -san Agustín, por ejemplo- admiten que tuvieron parte de culpa y demuestran que han mejorado. Los rebotados solamente encuentran satisfacción en demostrar que fueron otros -sus padres, la sociedad, etc- los culpables.
Los conversos hablan de sus errores pasados para repudiarlos y muestran su presente amor a Dios y al prójimo hablando bien de todos.
Los rebotados solo hablan bien de sí mismos y se presentan como víctimas cuyos lamentos deben escucharse hasta el fin de los tiempos y ser vengados con la humillación de sus verdugos. Están convencidos de que, denigrando a los culpables de sus desdichas, sirven a Dios. Por eso necesitan conversión. Si pudieran perdonarse sus errores no hablarían tal mal de aquellos que los quisieron más de los que ellos mismos se quieren.
Somos así los rebotados. Vengativos. Si no nos convertimos la vida eterna será para nosotros un lamento estéril, una acusación injusta y un grito que nadie escuchará. Porque nadie se atreverá a querernos, ni a escucharnos, ni a pedirnos perdón.


Javier Vicens Hualde
Rector Santuario de Las Virtudes (Villena-Alicante)
Su blog está recomendado en éste. Si pinchas AQUÍ podrás visitarlo.

miércoles, 7 de julio de 2010

CARITAS, UN CORAZÓN QUE VE


(José R. Barros / Semanario Alba).

Una de tantas familias españolas típicas: padre y madre -él disfruta de un empleo estable, ella es ama de casa- y dos hijos en la universidad. Todo en orden, sin ningún problema digno de reseñar entre sus miembros. Pero, a comienzos de 2007, en ese hogar se advierten los primeros síntomas de la crisis económica. Al poco tiempo, Juan -nombre ficticio del padre- pierde el empleo. Acaba de cumplir cincuenta años. Tiene que dejar la empresa en la que lleva trabajando 15.
Comienza la búsqueda de un nuevo puesto laboral, tanto más penosa cuanto que se revela como inútil; no parece haber hueco en el mercado para personas de su edad. Ante la falta de ingresos, uno de los hijos tiene que abandonar la universidad. Juan entra en una depresión y se refugia en el alcohol. La familia, para sobrevivir, vende su casa de veraneo de toda la vida, situada en la sierra madrileña. A principios de 2008, Juan, totalmente hundido, abandona a su mujer e hijos para irse a vivir a la calle.
Ésta es una de las historias anónimas con las que Javier Hernando, coordinador general de Cáritas Madrid, acostumbra a encontrarse todas las mañanas sobre la mesa de su despacho. “En Cáritas estamos sintiendo la crisis desde 2007, y el perfil de la gente que desde entonces nos llega es el de emigrantes, jóvenes, parejas que no pueden pagar su hipoteca, personas mayores... Son los nuevos pobres: gentes de clase media que, por su situación de vulnerabilidad social -muchas veces mayor de lo que ellos mismos imaginaban-, no están preparados para resistir la crisis”.
Una red ante el abismo
Por ejemplo: Carlos y Cristina (nombres supuestos). Han accedido a una vivienda de protección pública, pero el súbito desempleo de la pareja les impide pagar una deuda de 9.000 euros. El tiempo pasa, Carlos y Cristina no saben qué hacer, se colapsan, y cuando ya no disponen de margen para negociar, acuden a Cáritas, desesperados, para pedir ayuda. Demasiado tarde; el banco les acaba de embargar el piso.
Ante casos tan dramáticos como éstos, la pregunta es siempre la misma: ¿qué hacer? “Nuestro protocolo de actuación es siempre el mismo: ver, juzgar y actuar”, señala Hernando. “Un 34% de las personas que acuden a nosotros vive en soledad, no dispone de esas redes familiares tan importantes para los momentos de crisis. En estos casos, instituciones como Cáritas cumplen un papel de apoyo y orientación clave”.
Fue el caso de Mohamed. Trabajador en el sector de la construcción en Madrid, concluyó su contrato temporal sin haber encontrado antes otro empleo. Tras un periodo de intensa búsqueda, vio cómo le surgía un nuevo trabajo en Mallorca, pero antes tenía que esperar dos meses y no disponía ni del alojamiento ni del dinero suficiente para resistir todo ese tiempo. Hernando señala que “sin la red de Cáritas no hubiese podido alcanzar el segundo empleo; por eso son tan importantes las casas de acogida que ofrecemos”.
La historia de Mohamed es un caso más de los cientos de miles de parados que está produciendo la defunción del negocio urbanístico. El perfil típico es el de hombres con edades comprendidas entre los cuarenta y los cincuenta años y de nacionalidad extranjera -búlgaros, magrebíes, subsaharianos, sudamericanos...- que llegaron hace quince años convocados por el boom inmobiliario y que han pasado de cobrar 3.000 euros al mes como albañiles a no ganar nada, y a no tener expectativas de hacerlo en el futuro.
Manuel Lorente, orientador laboral en un centro madrileño de Cáritas, coincide con Hernando al describir el nuevo perfil de vulnerabilidad social: “Son personas con serio riesgo de exclusión. Llevan más de dos años en paro, ya han agotado las prestaciones y los subsidios sociales, pero las facturas y las deudas siguen llegando. Estamos empezando a ver personas que pasan auténtica hambre, pero que, por el momento, se palía gracias a los comedores”.
Algunas situaciones, como la de Mijaíl (nombre supuesto), son especialmente dramáticas: apenas sabe hablar español, tiene un hijo deficiente, lleva dos años desempleado y su mujer acaba de ser ingresada en el hospital aquejada por una grave enfermedad.
Sin raíces
“En Cáritas”, apunta Cuca Villalba, coordinadora del centro, “a esta familia se le brindan alimentos, un dinero para pagar el alquiler y una orientación para que se reinserten en el mercado laboral. Pero son cuasi analfabetos, por lo que su reubicación laboral es muy difícil. Se les llamó para que vinieran a edificar España, pero ahora se les dice que sobran, que se vuelvan a sus países, pero ante todo son personas y como tal hay que tratarlos”.
Aunque no todas las personas que acuden a Cáritas son extranjeros. Pedro y Teresa son un matrimonio español con tres hijos, el más pequeño de dos años. El marido está sin trabajo, y muy de vez en cuando hace alguna “chapuza” -como el mismo dice- en el sector de la construcción, que es su oficio. Por supuesto, no cotiza; se trata de empleo sumergido. Teresa trabaja algunas horas en el servicio doméstico. Desde su parroquia se les ayuda con los alimentos, pero las deudas contraídas les están asfixiando.
En los casos de algunos extranjeros se añade un factor cultural importante: hay países donde el núcleo familiar tiene muy poca fuerza. Se producen muchos casos de abandonos domésticos y de familias monoparentales, casos que ahora también empiezan a ser frecuentes entre españoles. Estos hogares, por su especial vulnerabilidad, necesitan el apoyo que no pueden proporcionarse por sí mismos.
Por ejemplo: Margaret. Es guineana, soltera, con tres hijos menores, y lleva cinco años en España, habiendo pasado por varios recursos residenciales debido a los abusos y malos tratos que ha sufrido por parte de su anterior pareja.
Su hija pequeña tiene tres años y sufre una discapacidad, ha sido operada varias veces y actualmente está en proceso de valoración de dependencia. Además, la niña necesita unas prótesis, pero la Seguridad Social no se hace cargo. El subsidio de Margaret es de 420 euros. Desde Cáritas le están buscando un colegio especial a la niña para que la madre pueda encontrar empleo.
La falta de cualificaciones laborales -y a veces también de habilidades sociales- de estos parados hace si cabe más complicada la ya de por sí difícil búsqueda de empleo en los actuales momentos de crisis. Y, pese a que en los últimos meses el sector hostelero ha crecido un 40%, aun así esto no parece suficiente para absorber toda la mano de obra sobrante de otros trabajos.
De este modo, muchas personas traspasan el fino umbral de la vulnerabilidad para verse de pronto sumergidas en la marginalidad. Lorente cuenta que “éste es el caso de un chico que nos visitó hace poco. Carece de una red familiar, no sabe español y de pronto se ha encontrado solo, sin poder pagar el alquiler y en la calle”.
La adicción de ayudar
Sin embargo, las dificultades no parecen desanimar al voluntariado. Hernando y Lorente coinciden en señalar tanto el aumento de las colectas en las parroquias (desde 2008 se reciben en Cáritas más donaciones con cantidades pequeñas pero constantes) como el mayor número de personas que ponen sus capacidades al servicio de los demás.
Sólo en la diócesis de Madrid hay 6.513 personas comprometidas que destacan por el alto grado de exigencia en su trabajo. ¿Cuál es el motivo último para tanto esfuerzo? Según Villalba, la adicción. “Yo empecé viniendo una tarde a la semana y ahora vengo cuatro mañanas y dos tardes. Dar es lo más satisfactorio que hay, y al final se acaba convirtiendo en una adicción”.
Se confirma que, también en la economía -tal y como recuerda Benedicto XVI en su última encíclica-, “la gratuidad es un don”, y el que da, al final, es quien más recibe.